Por: Armando Ríos Ruiz
Todo mundo sabe que sin duda perderá las elecciones. Hasta el mismo Samuel García, gobernador de Nuevo León, quien desde hace un corto tiempo comenzó a amenazar con que ayer se registraría como posible candidato de Movimiento Ciudadano a la Presidencia de la República, ante los titubeos de Marcelo Ebrard, quien es el que realmente ofrece expectativas reales de competencia y quien también podría aceptar la oferta del dueño de ese partido.
¿Pero por qué el bisoño político quiere ser Presidente de México? No es diferente a los demás. Es exactamente calca de todos los que han desfilado a lo largo de la historia mexicana, con una cauda de negocios para enriquecerse lo más rápido posible, consecuencia del cargo que han ostentado y que en el neolonés se ha repetido en sólo dos años de ejercicio gubernamental.
Lo más seguro es que escuchó el atractivo canto de las sirenas, de abandonar el barco que hoy lo transporta, para despojarse muy a tiempo de posibles señalamientos mañana, con alguna oferta que lo lleve a ocupar otro cargo, por parte de la candidata de Morena, Claudia Sheinbaum.
Debe estar consciente de que no ganaría por nada del mundo y por ello ha decidido buscar nuevos horizontes políticos protegido por la mano de quien supuestamente ganará la elección, por gozar del manto protector del actual Presidente, quien no vacilará un átomo en dilapidar todo el dinero de México en su campaña y en cometer fraude electoral, porque así conviene a su proyecto.
Se sabe que Samuel García oculta contratos otorgados a empresas de mercadotecnia política, como la de Rafael Valenzuela Cardona, a la que le confiera adjudicaciones directas, estilo de este sexenio. Se sabe también que esta misma factura un promedio de 100 millones de pesos anuales y que obviamente, esto no es gratis. Como esta, hay muchas otras.
En las redes sociales ha pretendido ser diferente a los demás gracias a su juventud y se ha exhibido bailando de manera grotesca y ridícula. Estas acciones han despertado comentarios negativos a su persona, como aquellos que dicen “¿y así quiere ser Presidente?” También se ha mostrado echado para adelante con aquello de que ya está muy cerca de Claudia Sheinbaum en las preferencias y por lo tanto, “caballo que alcanza gana”. Palabras que no tienen ningún sentido.
Ya envió un oficio al Congreso de su estado para pedir licencia de seis meses, que ocupará para la campaña, pero las bancadas del PRI y del PAN advierten que no darán su consentimiento, debido a que su intención real es servir a Morena, con la fragmentación el voto en su beneficio.
Con esta actitud ayudaría a Morena y a su candidata y ésta quedaría en deuda, que pagaría con la oferta de otro cargo. De obtener el permiso, con toda seguridad, también ya calculó el tiempo de seis meses que otorga la ley para ausentarse y para volver a ocuparlo. Como sucedió en la misma entidad con el ex gobernador Jaime Rodríguez Calderón, El bronco, cuando buscó igualmente la Presidencia de la República como candidato independiente.
Aseguró que como ganó la senaduría sin ninguna posibilidad aparente y el gobierno de Nuevo León, igualmente remontando desde abajo, en su aspiración por la Presidencia de México será igual y “se la aplicará a la vieja política”. Sueños de opio. No es lo mismo ser aspirante a senador o a gobernador, que a la Primera Magistratura. Hay un abismo inmenso de por medio, que ni con todo el conocimiento de influencer de su esposa podría remontar.
Además, hasta el momento de escribir esta columna, aún no se sabía nada del también posible registro de Marcelo Ebrard, inteligente y experimentado, quien tiene méritos acumulados de muchos años y posibilidades reales de dar una magnífica pelea. Representa el sentimiento de varias clases sociales. De la clase media, principalmente, motor de decisiones en todos los lugares del mundo y ninguneada durante esta administración.
Una entrega de Latitud Megalópolis para Índice Político