Ricardo Del Muro / Austral
Don Dante Alfonso Delgado Rannauro, fundador y líder vitalicio de Movimiento Ciudadano (MC) se molestó y confrontó a un reportero que lo cuestionó sobre las voces que desde su propio partido se han pronunciado en contra de que el actor Roberto Palazuelos se convierta en un candidato naranja al Senado.
El veracruzano, que el próximo 23 de diciembre cumplirá 73 años, regañó al periodista como si éste fuera su nieto y le pidió no confrontar a los integrantes de ese partido con dicho tema.
“Perdón compañero, mire, en primer lugar, yo le ruego a usted que no provoque públicamente confrontaciones que no tenemos nosotros al interior de nuestro grupo parlamentario. Creo que lo que usted está haciendo no es correcto, y hay que empezarlo a decir para que el peso de las palabras tengan precisión, no es correcto lo que usted está haciendo”, señaló en tono de reprimenda.
El incidente, con todo el respeto que don Dante por su edad merece, permite hacer algunas recomendaciones sobre cómo entrevistar a los políticos de setenta años y más, que no les gusta ser cuestionados por jóvenes reporteros.
Irritabilidad, mal carácter, cambios de humor y olvidos, aparentemente involuntarios, son algunas de las alteraciones emocionales que, dicen los geriatras, puede sufrir una persona mayor al llegar a la vejez; situación que se agudiza en el caso de los políticos y se convierte en chochez.
Los geriatras recomiendan evitar conversaciones que generen malestar en las personas mayores, salvo cuando sea estrictamente necesario. Los ancianos tienden a magnificar hechos muy pequeños y lo que comienza como un detalle que aparentemente es insignificante, puede derivar en un estallido de enfado.
Esto sucedió con Porfirio Muñoz Ledo (Qpd), a quien se le reconoce su calidad de estadista e impulsor de la democracia en México, pero también fue famoso por su intolerancia con los reporteros y la conflictiva relación que en su vejez tuvo con Andrés Manuel López Obrador y que desembocó en un pleito con Mario Delgado, quien lo acusó de intentar dar un golpe de Estado a Morena.
Sin embargo, el caso más significativo fue el que protagonizó Gustavo Díaz Ordaz cuando fue nombrado embajador en España, por un irreflexivo José López Portillo en abril de 1977.
En una singular rueda de prensa, Díaz Ordaz fue cuestionado por el joven reportero Rafael López, sobre su responsabilidad en la matanza de estudiantes en Tlatelolco.
“Yo le puedo decir a usted – contestó el expresidente – que estoy muy contento de haber servido a mi país y de haber podido ser presidente de la República (…) Pero de lo que estoy más orgulloso de esos seis años es del año de 1968, porque me permitió servir y salvar al país, les guste o no les guste, con algo más que horas de trabajo burocrático, poniéndolo todo: vida, horas, integridad física, peligros, la vida de mi familia, mi honor y el paso de mi nombre en la historia. Todo eso se puso en la balanza. Afortunadamente, salimos adelante.
“Y si no ha sido por eso, usted no tendría la oportunidad, ¡muchachito!, de estar aquí preguntando”.
– ¿De qué salvo al país? – le gritó desde su lugar, José Reveles, jefe de información de la revista Proceso.
– ¡De la anarquía, de la subversión, del caos, de que se terminaran las libertades que disfrutamos!…¡Lo que pasa es que no se acuerda, porque estaba usted muy chavito!, le espetó.
Los antiguos romanos, que eran unos expertos en política, crearon el Senado, que era un Consejo de ancianos y cuya denominación procede del término latino senex: anciano.
El modelo legislativo, que daba prioridad a la experiencia, fue adoptado por el régimen surgido de la Revolución mexicana. En el texto original de la Constitución de 1917 se establecía que la edad mínima para ser diputado federal era de 25 años y de 35 años para ocupar un escaño en el Senado.
Esto cambió por una ocurrencia de Luis Echeverría, en 1972, quedando la edad mínima de 21 años para diputados y 25 años para senadores. Sin embargo, la juventud no sólo adolece de experiencia, sino que tampoco garantiza honestidad ni eficiencia. Así se dio el caso de Carlos Armando Biebrich que fue designado gobernador de Sonora a los 34 años, para ser obligado a renunciar dos años después, en 1975, tras la matanza de campesinos en el valle del Yaqui.
En 1999 hubo una nueva reforma, por iniciativa del PVEM, para lograr que el “niño verde”, Jorge Emilio González Martínez, hijo del fundador de ese partido, Jorge González Torres, pudiera ser senador, pues en la elección del 2000 tendría 28 años.
Y fue por medio de este partido que Manuel Velasco Coello inició su trayectoria como diputado local a los 21 años y en 2012, a los 32 años, se convirtió en el gobernador más joven en la historia de Chiapas, con los resultados que todos conocemos. RDM