Las negociaciones internacionales sobre el cambio climático comenzaron hace casi tres décadas, cuando muchos todavía dudaban en aceptar que las actividades humanas estaban cambiando el planeta. Ahora la evidencia científica es inequívoca. El cambio climático es una gran amenaza para nuestro bienestar, la salud del planeta y los ecosistemas de los que dependemos.
Pero existe una brecha muy grande entre lo que exige la ciencia y las acciones que se han tomado hasta la fecha. La ventana de oportunidad para asegurar un futuro habitable, equitativo y sostenible para todos se está cerrando rápidamente.
Para quienes trabajan en la sostenibilidad de las ciudades africanas, la montaña que hay que escalar es particularmente alta. El setenta por ciento de las ciudades africanas tienen una alta vulnerabilidad a las crisis climáticas.
África es la región que se urbaniza más rápidamente del mundo. Esta población urbana de rápido crecimiento y altamente vulnerable está experimentando de primera mano los impactos del cambio climático. Todos somos muy conscientes de la devastación causada por desastres relacionados con el clima como el ciclón Idai, que azotó el sur de África en 2019. Solo este ciclón provocó más de 1.000 muertes y afectó a más de 3 millones de personas.
Recientemente, las catastróficas inundaciones en Libia se cobraron cerca de 4.000 vidas.
A menos que se produzcan cambios drásticos en la forma en que se produce y consume energía en las ciudades africanas, las emisiones de carbono aumentarán a medida que estas ciudades desarrollen y construyan infraestructura. Esto ya está sucediendo. El informe del Grupo de Trabajo III del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de 2022 reveló que África contribuyó con el 11% del crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero desde 1990.
Por lo tanto, no sorprende que los ojos del mundo estén puestos en las zonas urbanas de África. La pregunta es si se desarrollarán de maneras con altas emisiones que socaven los sistemas naturales y aumenten las inequidades, o de maneras bajas en carbono que sean positivas para la naturaleza y reduzcan la desigualdad.
Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, las emisiones globales de gases de efecto invernadero deben comenzar a disminuir en los próximos tres años en vías que limiten el calentamiento a 1,5°C. Estos caminos requieren una acción inmediata. Es necesario que se produzcan reducciones rápidas y profundas de las emisiones a lo largo de las próximas tres décadas.
Sin limitar las emisiones de carbono, asegurar la financiación climática y permitir un libre flujo de conocimientos y tecnología hacia África, se puede perder la oportunidad de construir ciudades africanas resilientes al clima. Y los combustibles fósiles seguirán impulsando el desarrollo en los años venideros.
Hay algunas señales de progreso. Un ejemplo son los 8.500 millones de dólares prometidos por Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania, Francia y la UE para ayudar a Sudáfrica a abandonar el carbón. Pero esto está muy por debajo de lo que se requiere para efectuar tal cambio.
Nuestro trabajo en la interfaz de la ciencia y la práctica dentro de las ciudades africanas durante más de tres décadas ha revelado que:
- Las ciudades africanas son fundamentales para la lucha global contra el cambio climático
- Se necesitan más recursos para que las ciudades africanas puedan mitigar y adaptarse al cambio climático y las perturbaciones que lo acompañan.
- Los africanos deben repensar lo que significa un desarrollo resiliente al clima dentro de contextos urbanos africanos únicos y aplicar los recursos en consecuencia.
Aquí describimos llamados a la acción que, si se atienden, acercarán al continente a un futuro resiliente al clima.
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