Cuando los equipos del espectáculo futbolístico acumulan derrota tras derrota y van en picada hacia el descenso, invariablemente cambian, remueven o de plano quitan a su director técnico. Nunca, hasta ahora, se asume el fracaso colectivo. En la mediocridad, antes que asumir la responsabilidad de cada miembro de las escuadras, se inculpa a quien está a la cabeza de cada una de ellas.
Y las últimas semanas han sido pródigas en mediocridades: en cambios de directores técnicos.
Futbol y política, lo sabe usted, tienen sus similitudes.
En este otro terreno de las patadas –también el de los piquetes de ojo, zancadillas y abrazos de Judas–, el de la grilla totonaca, cuando los problemas estallan, todos miran hacia arriba.
Y es que al PRI de regreso en Los Pinos le está pasando –toda proporción guardada– lo que al llamado Chepo con la Selección Mexicana: no hay cronista que no diga que, con José Manuel de la Torre, ¡regresaron los ratoncitos verdes!
Escribe Jorge Almaraz, editor de deportes del cotidiano Publimetro, que “hace tiempo que no veía a un Tri sin personalidad, con miedo (como el mismo Salcido lo dijo) y sin esa hambre de querer trascender”.
Sucede prácticamente igual en el equipo del cual Enrique Peña Nieto es capitán. Como que quieren que su jefe les pase el balón, pero también como que les da miedo que la jugada termine en pelotazo sobre su cara.
La pelota rueda, mientras tanto, como si fuera bola de nieve.
Y rodando acumula problemas que se vuelven cada vez más grandes y graves.
Ahí está, para empezar, el económico. La caída de prácticamente todos los índices macroeconómicos, la carestía, el mayor deterioro del salario, los desempleados… Y el llamado “momento mexicano” que por ahora queda en el clásico “un momentito, por favor”. La defensa hacendaria ha permitido que se le cuelen todos los goles posibles.
Y ¿qué decir de lo social? La esperanza del cambio se ahogó en spots más que mentirosos. Ni seis meses duró la “luna de miel” de la que habitualmente gozan los nuevos gobiernos. Enojo, frustración, y un sentimiento de engaño generalizado –¡que nos regresen el boleto de entrada!– desanima a las tribunas. Lo mismo a quienes tienen palco que a aquellos quienes observan desde las troneras.
El espectáculo a nivel de cancha, la verdad, es decepcionante. No es lo que en los carteles publicitarios nos habían prometido.
¿QUIÉN POR QUIÉN?
Y a todo esto, si Enrique Peña Nieto es el capitán del equipo, ¿quién demonios es su director técnico?
Muchos dicen, también lo sabe usted, que Carlos Salinas de Gortari es quien, con corbata verde, color ratoncito, da órdenes desde los linderos de la cancha.
Otros dicen que no es así. Que al ex ocupante de Los Pinos le aplican aquello de “escúchalo, pero no le hagas caso”.
Lo cierto es que el hermano incómodo del original hermano incómodo sí presume, sí se ostenta, como el mero mero del regreso de este otro Tri a Los Pinos.
De ser ciertas las versiones que el mismo chaparrito propala, cualquiera entiende entonces el porqué de esta otra Decepción Nacional.
Y es que el estadio del 2013 no es aquella canchita llanera de 1989, para empezar.
Quienes pagaron boleto, además, son distintos a aquellos a quienes, a través de la solidaridad burocratizada, se “invitaba” o “acarreaba” a presenciar y aplaudir –de “a pollo y de a huevo”– los trilaterales con Canadá y Estados Unidos y, vámonos tendidos, de una vez con todo el mundo.
Salinas, quiéralo o no, está demodé. Sus “jugadas” son como para “Chava” Reyes o “La Tota” Carvajal. Pasado, muy pasado en el tiempo. Huele a humedad de hemeroteca. Ni siquiera de biblioteca.
Como a El Chepo, empero, los dueños de los equipos –publica sus nombres Proceso esta semana: Slim, Zambrano, Larrea, Del Valle, Fernández Garza, et al— insisten en mantenerlo como estratega. “Su” estratega. Los intereses de estos cresos, claro, no son los de la afición.
Sólo los pachuqueños, en ambos casos, insisten en el relevo.
Urge el cambio de DT. Para que Enrique Peña pueda cumplir los compromisos que hizo con la población.
¿Quién, entonces, como el táctico del Tri de Los Pinos?
Voltear al pasado, se ha visto en los últimos días, no deja ver el presente y empaña el futuro.
¿Dónde está el DT que necesita el equipo del capitán Peña?
¿De verdad lo necesita?
Índice Flamígero: Vísperas del primer informe presidencial de Enrique Peña Nieto y, en los mentideros de la grilla autóctona corren versiones sobre cambios en el gabinete del titular del Ejecutivo. ¿Relevo de jugadores, previo al de DT?