Dentro de las singularidades de Andrés Manuel López Obrador y su Cuarta Transformación de la Nación que vale recordar, debemos de tener presente el convenio no escrito que se pactó con la narco-política con el objeto de brindarle no sólo protección, sino impunidad. En aquella avenencia se incluyeron una serie de cláusulas para dar continuidad a ese delictivo actuar, con estipulación expresa de un reparto de las ganancias producto de tan funesta actividad. Al inicio de ese antijurídico contrato, se consignó que ambos poderes no se separarían. Tan ello es así, que hasta la fecha permanecen unidos.
Lo peculiar fue que lo sellaron el mismo día que se dio el cambio de poderes, por si acaso y con el objeto de demostrar que sí se cumpliría lo pactado, nuestro Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos de inmediato suscribió su política de “abrazos y besos a los delincuentes”. Eso fue prevenir. ¡Qué caramba!.
En ese convenio ambas partes expusieron la situación crítica por la que atravesaba México. Los contratantes denotaron que ello poco o nada les importaba y dado que la inseguridad se había tornado posible por la impunidad prestada en el neoliberalismo por las instituciones encargadas de investigar los delitos, el compromiso lo fue que se daría continuidad a ello. No obstante, reiteraron, que seguirían repartiendo las gananciales. Lo cortés no quita lo corrupto.
No resulta menos digno de recuerdo un mes de noviembre de la época del neoliberalismo, fecha en la cual un tristemente célebre narco-político dio inicio a una gran alianza con sus afectos de la delincuencia para obtener grandes lucros en el trasiego de clorhidrato de cocaína; no importando para ello el daño que se le causa y causó a la juventud, ni mucho menos aquellas siete muertes de policías incipientes, los cuales creían cumplir con su deber y lamentablemente fallecieron abatidos por quienes sí cumplían con ello. Aquí y ahora vale resonar que el indigno en su momento acusó a soldados de honor que daban cumplimiento a su deber de ser unos asesinos. De aquella liga se obtuvieron millones y millones de dólares. Todo un negociazo.
Entre otras cosas exóticas que se pactaron en la era del neoliberalismo, se incluían comandancias de la policía, siempre, en lugares estratégicos para ese trasiego de drogas, así como dar baja a guardianes de la ley que sí quisieron combatir la insana actividad del narcotráfico. A partir de ese noviembre el negocio pasaba a ser propiedad de la narco-política. Pese a que ello era y es indignante y degradante para nuestro México.
Hoy pregunta la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C., ¿Continuará esa impunidad con los próximos a gobernar?.
Es cuánto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho Penal
Del Colegio Nacional de Abogados Foro de México.