* Aquí el atisbo, la imagen, la explicación -que dejamos de lado o no quisimos ver- de por qué Andrés Manuel López Obrador llama a su rancho “La Chingada”. Ahí está prefigurado su estilo personal de gobernar y lo que tenía destinado para la patria, como consecuencia de sus decisiones. Así es que ya sabemos lo que no queremos escuchar el próximo dos de junio por la noche
Gregorio Ortega Molina
Lorenzo Meyer fue un crítico implacable del sistema. Éste no ha cambiado, por el contrario, se endureció, pero el analista político Meyer dejó de ser “la pluma de vomitar” de los presidentes mexicanos. Se venció a la cooptación por el encargo que ocupa Román Meyer Falcón. La conciencia también tiene un precio.
Hoy son otros los críticos políticos, los analistas, los periodistas que provocan náuseas en Andrés Manuel López Obrador. De entre ellos destaca Enrique Krauze, cuyo libro Spinoza en el Parque México es un imperdible para esforzarnos en comprender algunas de las razones de la conducta cívica de los mexicanos. Basta señalar que es un gran memorista, para abrir espacio a la reflexión de lo que nos ofrece. En cuanto a la lucidez de Gabriel Zaid:
“Zaid había probado en El progreso improductivo que México es un país de millones de microempresarios cuyos ingresos eran notablemente menores y más precarios que los de los asalariados. Pero ni Paz ni Monsiváis tomaron nota o entendieron el significado de ese hecho inmenso. Monsiváis, desde luego, no entendía ni la O por lo redondo del complejo análisis de Zaid y sus propuestas sociales…
“Dicho lo cual, tenía razón en señalar que muchos de los grandes empresarios eran miopes, sólo veían por sus intereses de corto plazo, y se desentendían del rumbo político del país. Por eso apoyaron al PRI, y nunca al PAN. Muchos de ellos eran concesionarios del Estado o vivían felices gracias a un proteccionismo económico insostenible”.
Nada o muy poco ha variado. La simbiosis entre empresariado y políticos, es similar a la de éstos y los narcotraficantes. Todo indica que las instituciones de la República están infiltradas por cómplices.
De Jorge Luis Borges recupera para nosotros: “Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomentan la idiotez (y todavía ni luces de la prueba PISA). Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados, muros exornados de nombres, ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez… Combatir esas tristes monotonías es uno de los muchos deberes del escritor”.
Lo anterior es incompleto sin las precisas ideas del pensamiento de Octavio Paz evocadas por Krauze: “Y leímos El laberinto de la soledad, con ese capítulo estrujante de <<la chingada>>. No era difícil relacionar esa idea con los protagonistas de la película de Buñuel (Los olvidados): La chingada, figura que por desgracia corresponde a un patrón histórico antiquísimo. Es la víctima inerme del macho que la seduce, la engaña, la atropella, la golpea, la abandona (¿la patria, la nación, el México bueno y sabio?). Lo que dejamos atrás fue el nacionalismo inocente pero no el interés por explorar las vetas profundas, los ríos subterráneos de México, que en esas obras maestras descubrían Buñuel y Paz”.
Aquí el atisbo, la imagen, la explicación -que dejamos de lado o no quisimos ver- de por qué Andrés Manuel López Obrador llama a su rancho “La Chingada”. Ahí está prefigurado su estilo personal de gobernar y lo que tenía destinado para la patria, como consecuencia de sus decisiones. Así es que ya sabemos lo que no queremos escuchar el próximo dos de junio por la noche.
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