Por: Ricardo Burgos Orozco
Hace un par de años un amigo de Chiapas, su esposa y dos hijos vinieron de visita a la Ciudad de México, pero tuvieron que atravesar por Tlalnepantla, en el Estado de México; los detuvo una patrulla; les exigieron diez mil pesos o los remitían con el ministerio público.
Incluso los acompañaron a un cajero automático para obtener el monto que pedían. Después de eso, los soltaron, por fortuna, con el consabido gran susto. Es muy común que ocurra eso, sobre todo en los municipios conurbados; los policías mexiquenses abusan cuando ven placas capitalinas.
Ese tema ni siquiera se toca con los gobernadores del Estado de México porque se supone que el problema no existe o lo resuelven por un rato, pero nuevamente vuelve a aparecer porque hay mucho dinero en juego y no sabemos hasta qué altura está la madeja de la corrupción.
Hace unos días, la gobernadora Delfina Gómez declaró que tiene conocimiento de las extorsiones que se han hecho especialmente a los comerciantes de pollo en la entidad y prometió que van a trabajar coordinadamente con las autoridades federales para acabar con ese problema.
La gobernadora comentó que hay coordinación entre la policía estatal, la Secretaría de la Defensa Nacional, la Guardia Nacional y la Fiscalía General de la República en el caso de los dueños de establecimientos de distribución de aves.
Sin embargo, la red está extendida por todas partes y en todos los ámbitos, en la mayoría de las alcaldías mexiquenses. Así como mencioné el caso de los policías de tránsito, también hay irregularidades que subsanar en otros ramos y en el propio gobierno en donde dicen que cobran “moches” hasta por contratarte en una plaza.
Nunca podremos olvidar que la propia Delfina Gómez “cobró cuotas” a los trabajadores del municipio de Texcoco cuando ella fue alcalde y su partido, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) recibió una multa económica de parte del Instituto Nacional Electoral por esa irregularidad. Fue elegida gobernadora por el apoyo incondicional de Andrés Manuel López Obrador. También cuando fue titular de la Secretaría de Educación Pública, tuvo anomalías en el presupuesto ejercido.
Creo que difícilmente se acabarán las extorsiones en el Estado de México mientras existan autoridades coludidas que también se benefician con esas actividades criminales. Aunque la gobernadora prometa que están trabajando en conjunto, tiene que haber una verdadera intención de parte de todos para acabar con ese mal, que tiene muchos años arraigado en la entidad y en muchos otros lugares del país.
Hasta ahora sólo han sido declaraciones, pero ya es tiempo de que se actúe y se den resultados positivos. Se debe cambiar tambien esa imagen de corrupción que tenemos muchos de nosotros del Estado de México, ya sea por experiencia propia o por familiares y amigos. Si Delfina Gómez quiere hacer un buen gobierno, debe trabajar mucho para lograrlo. Dudo que lo haga.
Una entrega de Latitud Megalópolis para Índice Político