Estado de los ESTADOS
Lilia Arellano
“La mujer del César no solo debe ser honrada, sino que también debe parecerlo”: Julio César.
● Niega AMLO ser un dictador
● A la vista: autoritarismo, militarización, populismo y alianza con crimen organizado
● “Brozo” mete en graves líos y contradicciones a los defensores del tabasqueño
● Xóchitl Gálvez propone se lleven a cabo los ágiles debates en Norte, Sur y CDMX.
Ciudad de México, 17 de enero de 2024.- Un monumental escandalo se desató en medios de comunicación y redes sociales luego del calificativo lanzado por “Brozo” al presidente. El “payaso tenebrozo” lo llamó “dictador”. Para darle respuesta a quien durante años respaldó al tabasqueño e inclusive se enorgullecía de ser cercano, de mantener líneas de comunicación pese a haberle destapado, en su momento, al “señor de las ligas” y al titular de la Tesoreria del entonces DF, apostando en Las Vegas, no dudaron en salir defensores y lograron hacer un ridículo mayor. Epigmenio Ibarra, por ejemplo, habló y habló de las conductas y acciones de los dictadores y alejó a López Obrador de esa figura. “La verdad no peca pero incomoda”, señala el refrán popular.
El actual titular del Ejecutivo federal no es estrictamente un “dictador”, debido a no haber logrado desmontar la estructura democrática del sistema político mexicano, pero lo ha intentado en un gran número de veces. El calificativo de “dictador”, sin embargo, es certero si se refiere al modo de manejar la administración pública, el sistema de administración y procuración de justicia y la relación del gobierno federal con los medios de comunicación. Ibarra, en su exhibida defensa preguntó ¿cuál comunicador esta en la cárcel? ¿A quienes se les ha limitado la libertad de expresión? Eso hacen los dictadores y el presidente de México está muy alejado de esas actuacianes, agregó exponiéndose a otras interrogantes ¿no hay informadores en la cárcel porque decenas de ellos estan muertos y esos crímenes no han sido aclarados? Y cabría aumentar los despidos, porque no se afecta las libertad de expresión, se presiona a los dueños de los medios para obligar los despidos.
Andrés Manuel López Obrador da muestras de imposición, de tener la intención de encabezar una nueva “dictadura perfecta” como la del PRI en el siglo pasado. Es evidente el “estilo personal de gobernar”, al cual combina con el autoritarismo, militarismo, popularización de actitudes fascistas y el poder del crimen organizado, atacando la cultura de la legalidad, la estructura democrática de la República y el pensamiento libre de los mexicanos.
Durante la conferencia mañanera del lunes pasado, López Obrador se lanzó contra Víctor Trujillo, quien en su papel de “Brozo” realizó duras críticas al sexenio del tabasqueño y lo llamó “dictador”. El inquilino de Palacio Nacional descalificó al comediante y dijo que antes era “más fino, más sensible” en sus bromas y críticas, pero ahora, sostuvo, sus comentarios son muy “burdos”. Esto luego de que en su papel de comediante, Trujillo señaló: en las elecciones de este año sólo tenemos dos opciones: votar por la dictadura (refiriéndose a Morena) o la democracia. Ante esto AMLO destacó “si fuera un dictador, no estaría diciendo esas cosas, nosotros no perseguimos a nadie”. Y tiró línea a sus defensores.
Tras el ataque del Presidente, Brozo respondió en sus redes sociales: “Oye primo hermano, ¿de veras, de veritas no nos quieres imponer a tu secta durante 70 años, igualito que lo hicieron tus mentores del PRI? Si no fuera cierto, ni hubieras fumado mi burda, errática e insensible perorata. Yo sé que en el fondo te encantó”. Agregó que en otros tiempos AMLO hubiera celebrado, pero ahora el poder y la soberbia “le arrebataron el espíritu y lo demócrata”.
Las críticas del comediante realmente calaron en el régimen de la autodenominada cuarta transformación, desde donde se han impulsado abiertamente reformas para dar más poder a las Fuerzas Armadas y constituir, en los hechos, un cogobierno con la estructura civil manejada por el partido de Morena en todo el país. Los militares constituyen ya un cogobierno en el sexenio de López Obrador y no solo cabildean reformas para tener más poder, sino se dan el lujo de desobedecer órdenes del Presidente y de impedir que militares sean investigados y sancionados por el poder civil. Casos emblemáticos son los obstáculos a las investigaciones sobre los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, y la exoneración del general Salvador Cienfuegos, ex titular de la Sedena, de los cargos de narcotráfico levantados en Estados Unidos.
El presidente, con su mayoría en el Congreso de la Unión, logró que el Ejército mexicano tenga el monopolio de la seguridad nacional, la seguridad pública nacional e injerencia en el sistema de justicia. También incrementó su participación en la administración pública federal con el control de aduanas, puertos y aeropuertos; la contención de la migración sudamericana y caribeña hacia los Estados Unidos; y la construcción de obras monumentales faraónicas como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, el Tren Maya y el proyecto Transísmico con el cual pretende hacerle la competencia al Canal de Panamá.
En este siglo, el Ejército mexicano acumuló poder desde que el entonces presidente Felipe Calderón sacó de sus cuarteles a los militares y los puso a realizar tareas de seguridad pública, aunque la Constitución lo prohibía, con el argumento de se la única forma de enfrentar a los cárteles de la droga. Al paso de los años, esta actividad contaminó al Ejército y a funcionarios de primer nivel del gobierno federal, quienes entablaron alianzas con jefes de cárteles del narcotráfico, especialmente con el Cártel de Sinaloa. Con los militares en las calles haciendo labores de policía se generaron múltiples abusos y violaciones a los derechos humanos, aumentaron las desapariciones y los homicidios dolosos. Se incrementó la violencia y los índices delictivos en general hasta la fecha.
El cambio de partido en la Presidencia, del PAN hacia el PRI y luego a Morena, no ha variado la orientación del incremento de la influencia de los uniformados en el ejercicio del poder en el país. AMLO traicionó así una de las principales banderas de su campaña presidencial: regresar a los militares a sus cuarteles. Hoy se desconoce si los militares están a las órdenes del Presidente o éste a las órdenes de los militares. Eso sí, en el centro o tal vez para nuestra desgracia han sido rodeados por los cárteles y tres de ellos tienen grandes deseos de venganza por no haber sido beneficiados con múltiples bendiciones como sucede con los de Sinaloa.
Morena y sus gobernantes en 21 de los 32 estados ejercen el poder de manera autoritaria, pero doblegados ante el poder del crimen organizado, al cual no enfrentan, sino mantienen negociaciones supuestamente para lograr un poco de seguridad. Esta situación es denunciada permanentemente por líderes sociales y religiosos quienes advierten sobre los riesgos para la población mexicana. En Guerrero, el obispo de Chilpancingo, Salvador Rangel, denunció públicamente la complicidad de la gobernadora con la mafia: el gobierno de Evelyn Salgado, está coludido con el crimen organizado. Sin embargo, no sucede nada pues tales relaciones alcanzan al gobierno federal.
DE LOS PASILLOS
Al llegar a Campeche, Xóchitl Gálvez, precandidata de la coalición opositora Fuerza y Corazón por México, manifestó su inconformidad con la decisión de programar los tres debates presidenciales en la Ciudad de México y que sólo dos de ellos sean obligatorios. Además, propuso se haga el formato de debates más flexible porque, se ha visto, ese tipo de ejercicios son aburridos para las audiencias. Destacó: “A mí me parece que los debates deberían de ser en el norte y en el sur del país y además en la Ciudad de México”…Y a los de la Sheinbaum se les pierden las “cabras”, porque justo en la capital del país se hizo gala del tendido de impunidad para todo tipo de delincuentes y ahí, en ningún otro escenario, ponen y exponen a su abanderada.