Por Deborah Buiza
Hay pocas personas que realmente están presentes en el aquí y ahora, no antes ni después, simplemente en el aquí, en cada segundo del espacio y tiempo en el que experimentan su estar vivos, ¿conoces a alguien así? Yo sí, mi madre es una de esas personas.
Mi mamá es de esas personas que habita constantemente en el presente. Ella está en el momento en el que está; yo nunca la he oído inconforme porque quisiera regresar al pasado a resolver algo, modificar algo o deseando haber experimentado algo distinto, y tampoco está pensando en si las cosas fueran distintas a lo que ahora son o si se presentaran de otra manera, o si tan sólo estuviera en otro lugar, haciendo otra cosa, siendo de otra forma. Ella simplemente está.
Si está en la playa, disfruta de la playa. Si está en las montañas con nieve, disfruta de las montañas con nieve. Si está con la familia, disfruta a la familia. Si está sola en casa, disfruta estar sola en casa. Nunca la he escuchado renegar del calor, del frío, de la lluvia, de los inconvenientes, de desear estar con quienes no están o mostrarse inconforme por no ser de otra forma de la que ella es. Ella simplemente es y está presente.
En estos tiempos con tantas opciones, estímulos, exigencias y recuerdos, es muy común que nuestra mente viaje constante y rápidamente del pasado, al futuro, pase un breve momento al presente y vuelva a ir hacia adelante o hacia atrás. ¿Te ha pasado? ¿Con que frecuencia realmente estás presente en el momento en el que estás? Con una atención plena al momento, a las personas que te acompañan y experimentando al cien por ciento lo que sea que esté sucediendo en este justo momento.
¿Qué tan presente estás en tu vida en este momento?
Te propongo que en los momentos en los que te sorprendas “viajando al pasado” o al “futuro” hagas el ejercicio de notar tu respiración, coloques tu mano en el pecho y percibas el latido de tu corazón y el movimiento que se genera en tu cuerpo al inhalar y exhalar. Cierra tus ojos y en voz alta háblate, utiliza tu nombre y dite algo como “fulanit@ de tal, ¿dónde estás?” Abrázate y di “aquí estoy”. Observa que sucede.
Estar presente requiere a veces un poco de práctica para que la mente no divague, entrenarnos para observar con “ojos nuevos” lo que parece que siempre está, para buscar de manera dirigida las pequeñas diferencias cotidianas, dejarse sorprender una y otra vez, como si todo fuera recién hecho, no dar nada por sentado, ni a las personas, ni a los momentos; dejar de creer que las cosas se repetirán, que luego habrá más tiempo o espacio.
¡Estás aquí! No te distraigas, toma conciencia que este momento es único, irrepetible e intransferible. Este momento exacto no se repetirá nunca, tú no serás el de hoy nunca otra vez, ni estarás haciendo lo que hoy haces como sea que lo estés haciendo.
Necesitamos dejar de actuar como si el presente no tuviera gran importancia, o fuera menor frente al valor que le otorgamos a lo que ya sucedió o a las altas expectativas que ponemos frente a lo que aún no sucede, que resta valor al simple momento en el que estamos siendo y sucediendo.
Y tú, ¿qué crees que pasaría si estuvieras más presente?