Al general José Ángel García Elizalde.
Hoy se conmemora el Día del Ejército, el 19 de febrero de 1913, Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila y a partir de ese momento, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista decretó la creación de una fuerza armada para combatir el crimen y la usurpación de Victoriano Huerta. El Ejército Constitucionalista triunfó sobre la Convención y mutó hacia el Ejército Nacional.
Tras la dura prueba que supuso la rebelión Delahuertista, donde prácticamente una mitad del ejército se enfrentó a la otra, el ejército se sometió bajo el liderazgo del general Joaquín Amaro a una profunda profesionalización que desembocó en el Ejército de hoy, esta transformación no solo fue el embrión del ejército más leal de Iberoamérica sino alcanzó a campos como el sistema educativo y el deporte militar, hoy referentes del orgullo castrense mexicano.
Durante la presidencia de Miguel Alemán, se cambió la denominación de Ejército Nacional a Ejército Mexicano, la cual prevalece al día de hoy y fue con la finalidad de acentuar el carácter patrio de la mayor de nuestras fuerzas armadas. Sin embargo, al celebrar hoy al Ejército Mexicano, es imposible no pensar también en las centurias de gloria que preceden al ejército que nació en 1913. Si bien la decisión de Carranza fue necesaria, atinada y puso en pie a un pueblo en armas, origen de nuestro actual ejército, sería injusto borrar de un plumazo todo lo forjado antes de la Decena Trágica y a la añeja estirpe militar mexicana.
El México precortesiano ha influido de manera significativa en el actual ejército, no en vano el “macahuitl” arma preponderante de los infantes tenochcas es hoy el emblema de la policía militar, el fusil estándar de las tropas se denomina “Xiuhcoatl” la serpiente de fuego que según la mitología mexica portaba Huitzilopochtli, el fiero dios de la guerra, así como las instalaciones del Heroico Colegio Militar en Tlalpan están inspiradas en el “Telpochcalli” la casa donde se formaron los guerreros del imperio mexica. Ahora que la Guardia Nacional se encuentra bajo mando castrense, es imposible no recordar que su antecedente histórico más remoto se encuentra en las milicias provinciales que se organizaron durante el virreinato de la Nueva España. Al Ejército Insurgente de 1810 se le considera a su vez, pie veterano del Ejército Mexicano.
El convulso siglo XIX, fue sorteado sin duda alguna por los soldados de México, quienes bajo las condiciones más adversas y en un claro ejemplo de las virtudes militares defendieron la existencia misma de la nación, enfrentando asonadas, guerras civiles, extranjeras, invasiones y mutilaciones territoriales hasta alcanzar la victoria con el triunfo de la república sobre la intervención y el imperio el 15 de mayo de 1867. Quedan para la historia y el orgullo nacional fechas como el trece de septiembre de 1847 y el cinco de mayo de 1862.
Con la República Restaurada y el porfiriato, surgió nuestro primer ejército profesional y la época dorada del Colegio Militar en Chapultepec. La revolución tomó por sorpresa a un ejército que si bien tuvo los laureles del triunfó en Querétaro se oxidó y envejeció a pesar de la magnífica formación de sus oficiales y jefes. La página obscura de la traición a Madero, como ya se mencionó fue un episodio de vergüenza, pero el honor militar quedó a salvo gracias a hombres como Felipe Ángeles, Lauro Villar, los aguiluchos del Colegio Militar, Federico Montes y Gustavo Garmendia.
Hoy nuestro ejército es ejemplar, su formación y adiestramiento es de excelencia, el equipo es bueno, aunque no suficiente, según los indicadores de “Global FirePower”, el índice internacional que mide la fuerza de los ejércitos, el Ejército Mexicano ocupa el sitio 31 en el “ranking” de 145 ejércitos en el mundo.
A las tradicionales atribuciones que corresponde a un ejército, el mexicano hoy de manera destacada, lleva el peso de la lucha contra el crimen organizado y la grave crisis de inseguridad, es el primer respondiente en caso de desastres y auxilio a la población civil. Recientemente también ha intensificado su labor social y cultural, tomando en consideración que son acciones que abonan a reconstituir el tejido social. No es casualidad que las fuerzas armadas sean la institución más valorada por los mexicanos tan solo por detrás de la familia.
Hoy los detractores pretenden llevar al ejército al campo de la política y esgrimir una militarización de la sociedad mexicana. No toman en cuenta que todas sus misiones están consideradas en sus atribuciones constitucionales y que su lealtad no es a un individuo en particular, es al comandante supremo y a la investidura presidencial. Al final del día esta lealtad, elemento tan particular de la doctrina militar mexicana, es el más firme garante de la existencia del Estado Mexicano y de nuestra sociedad.