Joel Hernández Santiago
Una hecatombe informativa ha caído sobre la presidencia de México. Esto ha generado una indignación que se percibe a simple vista en el mandatario que esta vez no para en adjetivos y descalificaciones en contra de quienes se han atrevido a poner en duda su fortaleza política como su confiabilidad pública.
Todo lo más a lo que se ha llegado es a descalificar, acusar, señalar, exigir, y a dar muestras de que la información proveniente de Estados Unidos en dos ocasiones “me hace lo que el viento a Juárez”, dijo el mandatario mexicano, aunque no puede ocultar que ya se encuentra ‘fuera de sí’.
No hay respuestas concretas, punto por punto, a los señalamientos de ambos reportajes, tanto el que publicó Tim Golden el 31 de enero pasado como el publicado esta semana por The New York Times, un trabajo que estaba en proceso pero que el mismo presidente mexicano atizó para su publicación al dar a conocer el cuestionario que se le envió para dar réplica a lo que se señala en el documento.
Así que es cierto: Las semanas recientes han sido catastróficas para la presidencia mexicana. Lejos ya de aquellos días en los que se imponía la agenda política de México desde Palacio Nacional cada mañana, ahora da la impresión de que esa agenda la marca la información que proviene del exterior del país, en particular desde los Estados Unidos, y no es buena para nadie ni es casualidad.
El 31 de enero de este año estalló la primera bomba informativa. Fue la que lanzó el periodista estadounidense Tim Golden.
Golden, dos veces ganador del premio de periodismo Pulitzer, publicó una investigación en el medio estadounidense ProPublica así como en Deutsche Welle de Alemania y el centro de estudios InSight Crime en la que afirma que el Cártel de Sinaloa entregó 2 millones de dólares a gente cercana a la campaña de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para las elecciones presidenciales del 2006. Esto fue rechazado de manera enfática por la presidencia mexicana.
Y a pesar de las descalificaciones que el presidente de México hizo del trabajo de Golden y de acusarlo de ‘mercenario’, lo publicado por Golden indignó al presidente y su entorno. Y como suele ocurrir, la señora Claudia Sheinbaum se hizo una con el presidente para descalificar este trabajo periodístico, aunque no desmintieron su contenido con pruebas fehacientes y definitivas.
La segunda bomba informativa cayó sobre la misma presidencia y esta vez de mucho mayor peso, aunque errática también.
Esta vez el presidente quiso adelantarse al reportaje que tenía preparado el influyente periódico estadounidense The New York Times (TNYT) y dio a conocer el cuestionario que le envió uno de los reporteros-investigadores del tema: Natalie Kitroeff, corresponsal en México de este periódico.
Esto es usual en el caso de una información que pudiera generar conflicto de partes por la gravedad del asunto, por lo que el diario intenta entrevistar a la parte aludida, como fue.
Pero el presidente dio a conocer el cuestionario que le enviaron antes de la publicación del reportaje, así como también el teléfono de la reportera, rompiendo la regla mundial y legal en México de no dar a conocer los datos personales de periodistas por el riesgo que esto conlleva para la vida, la familia o el patrimonio de la persona.
La investigación que se estaba realizando TNYT refiere sobre dinero del narcotráfico que presuntamente recibieron hijos de AMLO y colaboradores cercanos a la campaña presidencial de 2018, en la que fue electo como presidente de México, y aun después, ya como presidente.
El mandatario acusó a TNYT de ser un pasquín y… “Ustedes son unos falsarios, los del New York Times y quienes los mandaron a hacer el reportaje” … “Son unos calumniadores profesionales, de fama mundial”, exaltó el presidente.
En México el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) dijo que abriría una investigación por el hecho de que el presidente de México dio a conocer un dato extremadamente confidencial en ley: el teléfono de la reportera.
En Estados Unidos la vocera de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, se refirió al tema y dijo enfática: “Es importante que la prensa pueda informar libremente de temas que son importantes para el pueblo estadounidense y de una manera en la que se sientan seguros y protegidos, no acosados o atacados. Esto es algo que obviamente rechazamos”.
Al referirse al tema, el presidente mexicano dijo que si le preocupa a la reportera de TNYT que se haya publicado su número de teléfono, “entonces que cambie de número de teléfono”. Y que ninguna ley –en este caso la de protección de datos personales—puede estar por encima de la dignidad presidencial.
Y lo dicho: el trabajo publicado por TNYT carece de información concreta y firme, no da a conocer nombres de personajes y refiere que la investigación que se hacía en EUA al presidente mexicano y que aparentemente fue detenida por razones políticas. ¿De veras la detuvieron? ¿O tienen información dispuesta? El tiempo político lo dirá.
Por lo pronto, todo esto queda aún en el terreno de la presunción y de la suspicacia. Pero también por el peligro y la amenaza que podría significar que ese dinero quiera cobrar dividendos en las elecciones del 2 de junio próximo.
El gobierno mexicano debe darnos a los mexicanos, todos, la garantía de que no son ciertas las acusaciones que se hacen en medios de EUA. Y deberá hacerlo con pruebas y hechos concretos, sin descalificaciones o adjetivos en contra de los periodistas, con lo que no se llega a la verdad.