La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), presentan el programa Amores y celos, como parte de su primera temporada de conciertos 2024, el viernes 1 y domingo 3 de marzo a las 20:00 y 12:15 horas, respectivamente, en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes.
Bajo la dirección del maestro Iván López Reynoso, la OSN comenzará este programa con La víspera, de Ana Lara, en conmemoración de su 65 aniversario de vida.
El proceso de creación de la obra no fue fácil; la compositora revisó hasta tres veces la partitura de La víspera antes de darle su forma final, en la que se advierte un elemento cíclico en la relación estrecha entre el material del principio de la obra y sus páginas finales. Como suele ocurrir con frecuencia a los compositores, tampoco fue fácil hallar un título para la pieza; ya terminada la partitura, Ana Lara encontró un poema de Giuseppe Ungaretti (1888-1970) titulado Veglia, cuyo espíritu parece concordar con el de la partitura. Así, esa veglia, esa vigilia, ese acto de velar en espera del día, proporcionó a La víspera su título definitivo.
Ana Lara terminó La víspera en 1989. La obra recibió una lectura de ensayo a cargo de la orquesta de la Academia de Música Federico Chopin, y se estrenó el 5 de diciembre de 1992 en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, con la Orquesta Sinfónica Nacional dirigida por Enrique Diemecke.
El programa continuará con la Sinfonía núm. 29, K. 201, en La mayor, de Wolfgang Amadeus Mozart, escrita aparentemente el 6 de abril de 1774. Para la obra, Mozart planteó una orquestación discreta con dos oboes, dos cornos y cuerdas.
Como tercera y última pieza se escuchará Petrushka, de Ígor Stravinski, quien había hablado así de su obra: “Antes de abordar La consagración de la primavera, que habría de ser una empresa ardua y prolongada, quise refrescarme componiendo una pieza orquestal en la que el piano tuviera una parte importante, una especie de pieza de concierto.
Al componer la música, tuve en la mente la clara imagen de una marioneta, dotada súbitamente de vida, que exasperaba a la orquesta con sus diabólicas cascadas de arpegios. A su vez, la orquesta responde con amenazantes toques de trompeta. El resultado es un ruido terrible que llega a un clímax y termina en el triste colapso de la pobre marioneta. Luego de terminar esta extraña pieza luché por horas, mientras caminaba a orillas del lago de Ginebra, para encontrar un título que expresara con una palabra el carácter de mi música y, consecuentemente, la personalidad de la criatura. Un día brinqué de gusto al encontrar el título: Petrushka, el inmortal e infeliz héroe de las ferias de todos los países”.
El 13 de junio de 1911, cuando Petrushka se puso en escena por primera vez, el éxito no fue universal, debido entre otras cosas a que el público parisino era más flexible y conocedor que los públicos de otras latitudes. De ese modo, cuando Petrushka se puso en escena fuera de Francia (en Viena, en enero de 1913), la hostilidad del público, la orquesta y la crítica fueron notables. Sin embargo, este ballet de Stravinski corrió con mejor suerte al ser estrenado en Londres y en Nueva York, donde obtuvo éxito rotundo. En 1947, Stravinski revisó la partitura de Petrushka, redujo la enorme orquesta de la versión original y propuso un final alternativo para la versión de concierto de su ballet.
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