El engarce de las nociones política y ética, que es tanto como comprender lo legítimo del poder en un Estado de Derecho que se enfrenta a la arbitrariedad en el ejercicio del mismo, en lugar de funcionar adecuadamente y con armonía, se desquicia por la ilegalidad y por el insalubre empleo de “una razón de Estado”, sobre la razón del articulado empleado en la Constitución Política. Don Andrés Serra Rojas, en sus cátedras universitarias decía que: “el Estado es la responsabilización dialéctica de los derechos y libertades de la sociedad. El Estado no es un ente de ocurrencias; es, sobre todo, un mediador de las experiencias reales y contrapuestas de una sociedad democrática”. Vaya conceptos de tan recordado enseñante.
En esta Cuarta Transformación de la República, lo ético no siempre encarna un sentido de limitación en el ejercicio del poder que detenta Andrés Manuel López Obrador; se ha visto pisoteado en la medida en que el Poder Político ha pretendido patrimonializar y militarizar su uso en detrimento de los genuinos conceptos insertos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Con ello el Presidente Constitucional ha olvidado que el Poder no es de nadie, por mucha legitimidad que le haya otorgado el sufragio de los mexicanos, sino que ese Poder es una síntesis del conjunto de intereses de la comunidad que integra el pueblo de México.
Precisamente es por ello que nuestra Carta Magna señala un término perentorio para ejercer el mandato de Primer Magistrado de la Nación y dado ello no es permanente, sino que exige su renovación periódica cada seis años a partir de la manifestación de la voluntad del pueblo contenida en el sufragio. La duración o mayor tiempo favorecería las distracciones y ocurrencias del fenómeno de la corrupción política.
Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu, como gran jurista en su obra “El Espíritu de las Leyes”, también ilustró: “en toda magistratura hay que compensar la grandeza del poder con la brevedad de su duración”.
La Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, quiere concluir con base en las ilustraciones antepuestas, haciendo ver que el fenómeno de la corrupción política, de esta Cuarta Transformación de la Nación, desde la perspectiva de la Carta de Carranza, no es más que la confusión mal intencionada de Estado y gobernanza, personificando Andrés Manuel López Obrador su configuración con el objeto de auto protegerse de las insanas ocurrencias evidenciadas en su mandato.
Es cuánto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho Penal
del Colegio Nacional de Abogados Foro de México.