La historia de nuestro México de la época de la transición de la dictadura al imperio de la Constitución, tuvo buen cuidado en ligar los orígenes de la revolución con la más bella tradición de libertad de nuestra Patria, haciendo de la Carta Magna –a través de su espíritu y articulado- un documento histórico de obligado respeto para gobernantes y gobernados. La sangre derramada en esa lucha y las humeantes ruinas de la tiranía y despotismo, finalmente, lograron establecer en nuestra Nación una normativa y gobierno de acatamiento y veneración absoluta a esa Suprema Ley.
Algún tiempo después, mediante el voto popular, llegó Andrés Manuel López Obrador a ser el Primer Magistrado de la Nación, atrayendo al pueblo con palabras quiméricas de dar cumplimiento a la ley.
Según cuentan algunos, éste Primer Presidente de la llamada Cuarta Transformación de la Nación, organizó al Ejército Nacional para que se convierta en el sostén (mediante sus armas), de su manera ocurrente de gobernar. Los enérgicos militares le aplauden ello y la derrama de trillones de pesos para lograr su apoyo; olvidando esos soldados de honor sus orígenes.
De estos datos se infieren aspectos interesantes. En primer lugar, el dualismo poder y armas, que –combinado con una falta de acatamiento a la Suprema Ley- sugiere el origen dual de la arbitrariedad. Es significativo que algunos mexicanos no puedan concebir que su Constitución y sus instituciones nacieron por el producto de esa sangre derramada.
Podría resultar delicada la intención deliberada de ese poder de gobernanza, mismo que consciente o inconscientemente se encuentra destruyendo esas instituciones sociales. Esa ideología política, errónea desde luego, corresponde exactamente a la tendencia práctica y dominadora de una filosofía cercana o hermana de una tiranía, o a la inclinación innata de modificar de raíz un gobierno constitucional de tres poderes.
La dominación de la arbitrariedad en el ayer, fue muy dañina para nuestro México: se derramó mucha sangre del pueblo y esa sangre hoy no debe de ser vertida en desagües o cloacas, nuestras instituciones como la Suprema Corte de Justicia no deben ser vulneradas. México ya aprendió el dolor que causa un movimiento para destruir una autocracia.
Al lado del Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos debe de estar una Suprema Corte de Justicia libre e independiente. Estas togas son el elemento que da credibilidad, fortaleza y justicia al Estado.
El secreto de nuestra Constitución Política radica en su capacidad de combinar una enérgica aplicación para que sea respetada la ley y con ello se provea justicia, ésta combinación de utilidad con sentido de orden otorga la obligatoriedad a gobernantes para que respeten la norma, ofrece a nuestra República un firme cimiento para el desarrollo del derecho y la conservación de la paz.
Hoy la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C., exhorta al Poder Ejecutivo y al uniforme verde olivo a que se retome el pasado –no al neoliberalismo- y se cumpla cabalmente con los postulados de Carranza, con ello se podrán evitar nuevas confrontas.
Es cuánto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho Penal
del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C.,