El Ágora
Octavio Campos Ortiz
El gobierno de la 4T niega el clima de violencia que vive el país y la pérdida de la gobernanza. Sin embargo, los más de 180 mil homicidios dolosos en lo que va del sexenio, más el asesinato de al menos 20 aspirantes y candidatos a puestos de elección popular en lo que va del año, demuestran la injerencia del crimen organizado en la gobernabilidad y en el próximo proceso electoral. Por connivencia u omisión las autoridades parecen haber abandonado la plaza y entregado los destinos nacionales a las mafias convertidas en modernos jinetes apocalípticos: narcotráfico, trata de personas, lavado de dinero y contrabando de armas.
Este sexenio se caracteriza por ser contrario al Estado de Derecho y la democracia; su visión obtusa por llegar a la Presidencia no era para resolver los graves problemas nacionales, sino para imponer un proyecto político de corto alcance que posibilitara la administración de la pobreza y la obnubilación de las masas para perpetuarse en una entelequia.
Buscan mantenerse en el poder el mayor tiempo posible y fincar en los miserables su base electoral; confunden la acción de gobernar con la instalación de una camarilla que quiere revivir el estalinismo, sabedores de que para ello es necesario establecer un régimen totalitario que, sin contrapesos, controle la vida ciudadana. Por eso la ausencia de políticas públicas, de programas de gobierno que respondan a las necesidades de los ciudadanos. La narrativa de la 4T está basada en la retórica, la demagogia y el discurso de odio que provoca divisionismo y polarización social. Mientras se cumplan cuotas de poder, poco importa al gobierno perder la gobernabilidad.
Quien realmente gobierna es el crimen organizado, como lo denunció hace más de dos años el propio Pentágono, cuyos jefes militares develaron que más de la tercera parte del territorio nacional está en manos de la delincuencia y no solo para comerciar sus productos, sino para sustituir a las autoridades formales. La fallida estrategia de abrazos y no balazos, la negativa de utilizar el uso legítimo de la fuerza y la distracción de los militares para suplir a los civiles en muchas de las funciones de la administración pública, permitió que el crimen organizado se convirtiera en más que un poder fáctico que bañó de sangre al país para imponer su fuerza.
Durante las elecciones del 2021 la violencia política se recrudeció y evidenció quién manda; candidatos fueron asesinados, secuestrados, amenazados o desaparecidos, otros renunciaron a sus pretensiones y dieron pie a que los mañosos impusieran sustitutos; en la jornada electoral, los delincuentes intimidaron a autoridades electorales, destruyeron casillas e infundieron miedo a los sufragantes para que se abstuvieran de votar. Todo con la connivencia u omisión de los gobiernos.
Vivimos una nueva etapa del “dejar hacer, dejar pasar”. Déjame manejar a mis pobres y ustedes dirijan al país, parece ser el mensaje que se envía a los criminales y el reconocimiento de que éste es un Estado fallido.
Pero a la 4T eso no le importa y niega la crisis de violencia que amenaza la realización de comicios pacíficos. Por ello el rechazo y la descalificación a las advertencias de la oposición, la Iglesia Católica y el Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU. Esa narrativa habla de un complot internacional en contra de la 4T, que no es sino una máscara que disfraza el fracaso de un proyecto político que se quiso apoyar en el crimen organizado para mantener sometido al verdadero pueblo, pacto que los rebasó y abrieron una caja de pandora. Ahora lo único que desean es que se logre la continuidad para mantener las cuotas de poder.
Eso debe alertar al ciudadano, solo con el ejercicio libre del voto, se podrá frenar este vacío de poder y recuperar la gobernabilidad.
Apostilla: Las redes sociales tendrán un papel fundamental para llamar al voto. Como parte de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, la agencia de marketing digital Cocktail Marketing presentó un análisis del manejo de la información en redes y medios digitales, de las candidatas a la Presidencia de la República: Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum.
Las redes sociales han revolucionado la forma en que los políticos se comunican con las audiencias. Estas plataformas se volvieron fundamentales para posicionarse en la opinión pública y llevar a cabo campañas electorales.
Hoy todo comunica y ambas candidatas presidenciales lo reconocen. De hecho, para prevenir cualquier distorsión de la información, tanto Claudia como Xóchitl optan por utilizar una tarjeta de presentación uniforme en la mayoría de sus redes sociales.
La contienda presidencial de 2024 no sólo se disputará en el terreno político tradicional, también en el mundo digital, donde la percepción e interacción en la construcción de sus narrativas serán clave para ganar la confianza y el voto de las personas.