La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
¿Y sí el jurado de la historia son los ciudadanos, mismos que, juzgan en las urnas?
La desaparición de 43 estudiantes, de la normal rural de Ayotzinapa, en 2014, es en sí mismo, una tragedia (para los familiares y para el país), bajo las circunstancias en que se haya dado, no hay atenuantes de ningún tipo.
Está claro que, el gobierno de Enrique Peña Nieto, incurrió en graves errores en el manejo de la situación, comenzando por desdeñar el secuestro en las primeras horas en que este se dio, dejaron el control de la crisis en manos del gobierno de Guerrero.
Después, vinieron una serie de entuertos, los cuales derivaron en una cuestionada (de origen), verdad histórica, esto desató, hasta la fecha, la indignación de los padres y de amplios sectores de la sociedad.
Sin embargo, intentar sacar raja política de la dantesca situación, fue un profundo error, además de una inmoralidad, del entonces candidato, Andrés Manuel López Obrador. El tiempo, ha demostrado que el tabasqueño quedó atrapado, en la red que lanzó contra los responsables de la investigación.
Al final del día, no resolvió nada (al igual que con los mineros de Pasta de Conchos), por lo cual, los familiares de los desafortunados jóvenes, están más enojados que al principio, los revictimizaron y se sienten burlados.
Lucrar con los muertos (ojo, actuales candidatos), es una estrategia antiética, la cual, pasa factura, sobre todo, en la forma en que juzgará la historia, a los que traten de utilizarla.