In principio erat Verbum©
Simón Vargas Aguilar©*
“Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad”. Karl A. Menninger
¿El destino de las personas está marcado por su “origen” y no por el esfuerzo? En diversas ocasiones hemos escuchado la forma en la que nuestros padres o abuelos lograron avanzar en los estratos socioeconómicos. El trabajo personal, el esfuerzo, el compromiso, el trabajo arduo y por supuesto el tema que nos convoca hoy: la formación académica, fueron elementos decisivos para que mejorara la economía familiar y la movilidad social.
Es innegable que la educación es uno de los factores más significativos, no sólo para obtener mayores oportunidades laborales, sino también para trabajar en la disminución de problemas sociales que nos aquejan, como la violencia, el narcotráfico, la pobreza y la disminución de las desigualdades. Desafortunadamente, estos mismos cuestionamientos interfieren en la oportunidad de brindar una educación de calidad a las niñas, niños y adolescentes, el desafío es complejo, ya que pareciera una espiral donde un problema alimenta a otro.
Vivimos en un país donde durante años hemos sido participes de historias inspiracionales, pero, frente a lo complejo de la economía y el desarrollo laboral, y ante un mundo cada vez más volátil y divido se tiene que admitir que, tristemente, anhelar no es suficiente, y los datos son irrebatibles, es así que de acuerdo con el índice de Movilidad Social del Foro Económico Mundial, nuestro país se encuentra en el lugar 58 de 82, cuenta con problemas serios como: una amplia porción de adultos jóvenes desempleados, la falta adecuada de condiciones de trabajo, la carencia de cobertura social efectiva y déficit en la calidad y equidad de la educación.
No olvidemos aquella frase del filósofo español José Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”; es indudable que el ámbito social nos condiciona, puede alentarnos o incentivar a dejar de lado cuestiones importantes; es cierto que la tenacidad es insustituible en un país como el nuestro, pero a ella tiene que sumarse el trabajo de las instituciones privadas y gubernamentales.
De acuerdo con el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, un factor del “fracaso” de la educación como motor de la movilidad social en México es la falta de recursos en materia educativa, lo cual se refleja principalmente en una menor infraestructura una baja cantidad de docentes, lo que tiene como consecuencia que la educación no sea igual para todos y todas.
Aunado a lo anterior la educación debe actualizarse permanentemente, insistir en la anulación de los procesos de repetición y memorización y acercar a los estudiantes a un análisis más profundo donde cuestionarse sea una parte importante del proceso, pero además, se deben erradicar los paradigmas, aunar nuevas tecnologías, invertir en espacios adecuados, incentivar a los docentes a que se capaciten, y por supuesto mejorar los salarios, fortalecer las condiciones laborales y disminuir el exceso de alumnos por instructor.
Claro que la educación brinda mayores habilidades y éstas a su vez permiten obtener un mejor salario y construir una trayectoria laboral más exitosa que por supuesto se traduce en mejores ingresos, pero no podemos dejar de preguntarnos, ¿Cuánto de nuestro contexto influye en nuestra motivación o desmotivación?, las respuestas al igual que la situación, no sólo en México sino en muchas partes del mundo, son multifactoriales, pero estoy convencido que seguir trabajando en una educación de calidad nos ayudará a romper la cadena de generaciones atadas a la pobreza y la desigualdad, porque hoy debemos impulsar el potencial y el talento.
*Consultor en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.