- Salgado Brito: Pantalones, no Faldas
El silencio es un gran arte de la conversación. William Hazlitt
Los debates Taboada-Brugada-Chertorivski y Lemus-Haro-Delgadillo, hicieron crecer el interés por el presidencial Claudia Sheinbaum-Xóchitl Gálvez-Jorge Álvarez Máynez, dentro de tres domingos, y el gubernamental de Morelos Lucy Meza-Margarita González -Jessica Ortega, los 12 nombres en orden de prelación. El formato cuenta. No así el Photoshop.
Lo observado hasta ahora, a 74 días de las votaciones —al diablo con eso de «Las más grandes de la historia» si cada tres años lo son—, es que Xóchitl y Lucy tendrían el 50 por ciento del debate ganado en la cosa emocional-sentimental. En el contraste de ideas, donde el pensamiento elástico aparece en las propuestas de gobierno, que se supone deben ser nuevas, no refritos de los somníferos monólogos matinales, so riesgo de perder puntos valiosos en las calificaciones de los electores potenciales, los momios están parejos si las candidatas de Palacio Nacional no hacen el informe presidencial como su propuesta de campaña, como hasta ahora, lo que las llevaría a perder interés y respaldo de las juventudes, cuando menos.
La mitad de la calificación del debate, del lado de Xóchitl y Lucy, porque su sonrisa descubre genuinidad. De todo se cagan de risa. Su talante es fresco, jovial y afable. Tal es un arma de seducción hasta en quienes tienen genio destemplado. Cuentan ambas con mejor lenguaje corporal, con mejor dominio de cámaras y micrófonos, y además, tienen respuesta fácil. El acartonamiento está del lado opuesto, es decir, en Claudia y Margarita, hasta en la forma de vestir —cuidado con las mangas cortas y escotadas—, que, como dicen los especialistas en comunicación no verbal, no despiertan estímulos a favor. Todo eso dice la codificación y decodificación las señales no habladas de las cuatro.
Los cuartos de guerra de las candidatas, antes que otra cosa, deben convertirse a templos de inteligencia. Lo primero que deben hacer es echarse una asomada al debate anterior. Claudia y Xóchitl no deben parecerse, y menos copiar, a Andrés Manuel López Obrador ni a Ricardo Anaya. Lucy y Margarita no deben ser ni la sombra de Luz María Lara, Jorge Meade, Rodrigo Gayosso ni Cuauhtémoc Blanco, si no quieren perder el tema de la imagología y las propuestas, alejando al electorado. El análisis del debate servirá para hacer una purga. Si quieren ahorrar tiempo o no perderlo en nimiedades —de los peores debates de la historia—, es mejor leer El secreto de Obama de Mónica Pérez de las Heras, que puede leerse en cuatro horas de corrido.
Deben las cuatro darse el tiempo de pensar no en piloto automático, sino de forma elástica con sus equipos de inteligencia, gestionando su mente en el triunfo. El inicio y el cierre del debate debe ir en esa dirección, no perder el tiempo en respuestas viscerales. La buena actitud no tiene rival. La gestión de las emociones es básica. Quien duda y balbucea, está perdido —los laaargos silencios son fatal y políticamente ensordecedores—. Con inteligencia emocional es fácil ganar. A Obama le llamó «Terrorista» McCain, y nunca perdió la calma ni la postura, dando cátedra de naturalidad. No era así Obama, como se mostró, sino lo aprendió en unos días.
«Como decimos en el futbol», quien se lleva las manos a la nariz o la oreja, o ven sin observar —los futbolistas son buenos en eso—, no saben o mienten. Quien pestañea, engaña. Quien cruza los brazos, está a la defensiva. Tomar un lápiz o pluma roba interés en el público, peor tomar notas, y energía personal —en el mejor de los casos un clip metálico, para concentrar las energías [el hijo de Marisa Ventura, de Sueño de Amor, debía ser el jefe de campaña de cualquiera]—. Los pies —quien tenga bonitos pies que los presuma con zapatillas descubiertas, no huaraches ni zapatos escolares— deben estar sin movimiento, porque denota ansiedad y temor. Ver a los ojos al oponente es signo de respeto e interés, no por el oponente, sino por el tema y su posible aplicación. No hay que olvidar que el verdadero interés debe estar en el juez calificador, no en el oponente que debe ser el menor importante.
La sonrisa debe ser franca. En los silencios personales se puede buscar a alguien y sonreírle, guiñarle un ojo. La ropa cuenta mucho y más la forma de vestir. Kennedy ganó por su ropa almidonada y su sonrisa de comercial de televisión, aunque políticamente el verdadero ganador fue Nixon, con su modelo de país. El debate no es contra el adversario, sino contra la cámara de televisión y la audiencia —donde están los votantes—, de ahí que el lenguaje verbal, lo que se dice, el lenguaje paraverbal, el tono de voz, y el lenguaje no verbal, la posición corporal, sean tan importantes como tener en la bolsa el 50 por ciento del triunfo, que se traduce en convencimiento a vuelo de águila.
letraschiquitas
Los tres años de precampaña de José Luis Urióstegui, siendo alcalde, y la Marca MORENA de parte de Alejandra Flores, los coloca a ambos con capacidad de triunfo, a 7.3 puntos de diferencia, en ese orden, sin aún empezar la campaña***. El obispo Ramón Castro dio su boleta de calificación a Cuauhtémoc Blanco, sin números: Reprobado, al denunciar la creciente ola de violencia —en Cuautla reina del crimen—, sin estrategia de prevención desde 2018***. En su arenga apostólica contra lo que llama «feroz guerra sucia» contra Margarita González —decir la verdad no es guerra sucia, debía saberlo—, Juan Salgado Brito pretende que las autoridades electorales «se fajen los pantalones», cuando las arbitradoras de cancha, Mireya Gally, y de mesa, Ixel Mendoza, visten falda ejecutiva. Todo por intentar ganar la jefatura de Gabinete…