Palabra de Antígona
Sara Lovera*
El lenguaje no verbal, de gestos, posturas del cuerpo, movimiento de las manos o las miradas, suele ser más interesante que las palabras dichas o la lectura de un discurso.
Si el domingo 7 de abril, día del primer debate presidencial, nos hubieran quitado el sonido, podríamos haber adivinado mucho de lo que ahí no dijeron las candidatas Xóchitl Gálvez Ruíz y Claudia Sheinbaum Pardo.
Las punteras en la elección presidencial del próximo 2 de junio no pudieron desplegar propuestas sobre la condición de las mujeres, la mitad de la población mexicana, y por el formato del “debate”, evidenciaron falta de contundencia y claridad. Nos enviaron mensajes contradictorios.
La ansiedad de la candidata de oposición fue muy clara, la vi en sus manos durante las más de dos horas, la vi en la forma en como se movía en la silla y en un atuendo blanco símbolo de paz como para calmar los ánimos.
La candidata oficialista, afirmaba o negaba con la cabeza, echaba su mirada al infinito, y mostró coincidencia con el tercer candidato Jorge Álvarez Máynez; en algunos momentos su mirada era “hartazgo”, cuando le pareció excesiva la quinta pregunta sobre la violencia contra las mujeres. Al evadir el tema del aborto dijo, “eso lo resolvió la Suprema Corte de Justicia y retomó los programas sociales.
Especialistas como Bárbara Tijerina Garza, sostienen que el lenguaje no verbal es comunicación que envía mensajes a partir de gestos y movimientos, acompañados de información verbal matizándola, ampliándola o mandando señales contradictorias.
Sheinbaum Pardo, considerada una mujer racional, a la que Xóchitl llamó dama de hielo marcó una distancia sistemática, nunca miró a la opositora, iba bien preparada. Trató de sonreír, lo que se le dificulta, con las palabras parecía contundente, pero con sus gestos empezó a molestarse y decir “otra vez”, las feministas y la violencia contra las mujeres.
A Gálvez Ruíz, se le vio nerviosa con sus movimientos, en su mirada se notaba que se agolparon las emociones. Olvidó hablar de los datos de la violencia que son contundentes. Al concluir, no pudo poner la bandera mexicana del lado correcto y no pudo expresar que la bandera nacional fue retirada del zócalo durante la marcha feminista del 8 de marzo.
Para la socióloga Teresita de Barbieri, una combinación del lenguaje verbal y no verbal tiene que ver con la verdad, y en una conversación cara a cara, la verdad es la única condición que convence, decía la feminista uruguaya.
Me pregunto por qué Gálvez Ruíz no entró segura a desbarrancar con argumentos las afirmaciones de resultados para las mujeres. Algo que perdió por la ansiedad. No fue contundente en el tema de la militarización y los nefastos efectos que tiene en la vida de las mujeres, documentados por Amnistía Internacional.
Tras el debate, mantengo ese sentimiento agridulce, mientras que la condición de las mujeres en el momento histórico de que tendremos una mujer en la presidencia de la República, se banaliza en el análisis de las y los opinadores.
Yo hubiera pedido más énfasis de la candidata por la Coalición “Fuerza y Corazón por México”, sobre el significado de la presencia de Mireya, mamá de Paola, quien falleció por el colapso del Colegio Rébsamen, de María Isabel, mamá de Brisa, niña que sufre por cáncer y de Ceci Flores, madre buscadora de Sonora. Fríamente la oficialista, al respecto, hizo un gesto significativo, con la mirada perdida, como diciendo, ¿y eso qué? . En fin, seguiremos observándolas. Veremos
* Periodista. Directora del portal informativo https://semmexico.mx