Por Deborah Buiza
El otro día curioseando en las redes sociales me encontré con un videíto de esos inspiracionales que proponía el ejercicio de imaginarse cómo y dónde se imaginaba uno en cinco o diez años para posteriormente hacer un plan de acción que nos acercara a ese “resultado” imaginado, en ese momento recordé que en la preparatoria hice un ejercicio similar con la pretensión de saber a qué me quería dedicar profesionalmente.
Es muy diferente preguntarte en dónde y cómo te imaginas en cinco o diez años a los quince que a los 40+, sin duda ahora tengo más idea de quién soy, quién me gustaría ser y lo que me encantaría llegar a hacer en los próximos años, creo que ahora tengo un poco más de rumbo que en mi adolescencia y ahora sí, creo que un ejercicio así no me generaría la ansiedad de no saber ni qué hay delante de uno, ahora sé que hay infinidad de opciones y tengo más idea de qué habría que hacer para conseguirlo.
¿Hace cuánto hiciste ese ejercicio? ¿Hoy estás dónde te imaginaste años atrás? ¿Hoy eres como te imaginaste que serías a esta edad?
Sé que un ejercicio así cuando tenemos la cabeza y la agenda saturada y con dificultad sabemos qué haremos en la semana puede resultar abrumador o innecesario, sin embargo se dice que si uno no sabe a dónde va es muy probable que termine dónde no quiere, o acabe perdido, así que podría ser útil darnos un espacio para “planear” o al menos “bosquejar” los próximos años.
Si hoy hicieras el mismo ejercicio ¿en dónde te imaginas qué estarás en cinco años? ¿En diez? ¿En tu vejez? ¿Cómo te ves físicamente? (siendo realistas, no la fantasía hegemónica de súper fit), ¿dónde te gustaría estar viviendo? ¿qué estilo de vida te gustaría estar llevando? ¿qué experiencias ya pasaste para entonces o qué experiencias te gustaría tener para entonces?
¿Lo qué estás haciendo ahora te acerca a dónde quieres estar en 5 o 10 años?
Saber dónde y cómo te encuentras y en dónde te gustaría estar te permite trazar un mapa que te permita navegar en lo cotidiano y avanzar a buen puerto, te da elementos para re calcular y trabajar en lo necesario, y tener un rumbo que nos “sostenga” en los momentos inciertos.
Y no es para sumarnos más estrés o carga pensando en el futuro cuando muchas veces apenas sacamos el día a día pero si nos arriesgamos a dejar las cosas al “a ver qué pasa” incrementamos la probabilidad de que los resultados no nos satisfagan o que podamos encontrarnos con que “perdimos el tiempo” o que podríamos a ver aprovechado nuestros recursos de otra manera, y tal vez para entonces ya sea un “poquito” tarde para dar una (o más) vuelta de timón.
El tiempo no se detiene y esos años transcurrirán de cualquier modo, sería interesante tomar consciencia y utilizarlo a nuestro favor de tal forma que nos acerquemos lo más posible a dónde queremos estar, a quienes queremos ser y lo que queremos estar haciendo para entonces.
Y tú ¿cómo te ves dentro de cinco años?