Tenía mucho tiempo de no escuchar un plazo perentorio de 120 días.
Hace ya cinco décadas que lo leí por última vez, pero aquella ocasión bajo la firma del Marqués de Sade: Les Cent Vingt Journées de Sodome, ou l’École du libertinage, que en un rollo escribiera en 1785 durante su encarcelamiento en La Bastilla.
Esos 120 Días de Sodoma se refieren, de acuerdo a la Wikipedia, a un retrato de “las postrimerías del reinado de Luis XIV, poco antes del comienzo de la Regencia, en momentos en que el pueblo francés se encontraba empobrecido por las múltiples guerras emprendidas por el Rey Sol, unos pocos se aprovechaban para enriquecerse a costa de la miseria general. Cuatro de estos hombres adinerados, y sumamente libertinos, un aristócrata, un eclesiástico, un banquero y un juez (representantes de los cuatro poderes de Francia, no muy distintos a los que hoy hay en México), deciden dar rienda suelta a sus pasiones durante 120 días en el Castillo de Silling… Allí se narrarán los 600 tipos de placer, escenificados durante 120 días, a 150 por mes y 5 por jornada.”
Y si Sade es el autor… ¡ya se imaginará usted a qué tipo de placeres se hace referencia!
Como ahora, cuando aristócratas del poder, curas, banqueros y miembros del poder judicial se dan de plazo cuatro meses para joder al pueblo.
Pero no es de literatura erótica de lo que hoy quiero platicar con usted, sino de cronogramas y de plazos fatales, que pueden funcionar muy bien en la teoría y quizá hasta en los asépticos laboratorios de la tecnocracia, pero es un error establecerlos en la realidad donde las constantes son mínimas y las variables múltiples e imponderables.
Enrique Peña Nieto fijó un plazo: 120 días, dijo al inicio de la semana, para transformar a México.
¿Cómo? Con las reformas estructurales que, dicen desde las alturas del poder, cambiará a México hasta su modito de andar.
En cuatro meses, los que sesionará el Congreso de la Unión –¿La Escuela del Libertinaje?–, se dará rienda suelta a los placeres sádicos en contra de las mayorías, para que los aristócratas del poder, los eclesiásticos, los banqueros y los jueces sodomicen de lo lindo al pueblo. Una vez más, por supuesto.
LA REALIDAD SIEMPRE GANA
Sólo con leyes impuestas verticalmente es que desde Los Pinos se pretende “transformar a México”.
Tal vez ahí ignoran que cuando se legisla contra la realidad, ésta siempre acaba vengándose.
Porque, intentos similares los hemos visto ya anteriormente.
Seguro usted se acuerda de la reforma aquella que elevó a garantía constitucional el derecho a la alimentación, como ya lo eran el derecho a la educación, a la vivienda y a tantas otras utopías más.
Cambiaron las leyes, sonaron las trompetas a ritmo de jolgorio, pero una vez más quedó demostrado que intentar resolver todo con reformas a la Carta Magna, leyes, establecimiento de comisiones y promulgación de planes, sin estudiar los problemas a profundidad, termina siempre en fracaso. Hoy hay más hambre. Ignorancia. Precarismo. Y muchas otras calamidades más.
Gana la realidad con más fuerza, cuando estos cambios legislativos se hacen con prisas, para tratar de cumplir dentro del plazo que desde el Ejecutivo se fija a las Cámaras.
Los ritmos se sacrifican a los (cortos) plazos. Se apuesta por las “transformaciones” aceleradas, por cubrir los expedientes con medidas de crecimiento rápido, que den frutos enseguida, antes del siguiente vencimiento electoral, aunque a la larga esas medidas produzcan indeseables efectos secundarios.
Hay que respetar las leyes. Éstas son instrumentos que, en positivo, pueden dar muy buenos resultados si se actúa en todos los frentes, si se escucha y se incluye la opinión de los otros.
Tratar de cambiar conductas sólo con la promulgación de piezas legislativas es del todo inútil.
Ni siquiera con el látigo de ley, cual lo relata el Marqués de Sade en sus 120 Días…
Índice Flamígero: Y a todo esto, ya sólo quedan 116 días para “transformar a México. Y contando…
–y cuidado don Paco, sea q Mexico se mueva de a deveras…
Gracias una vez mas, por regalarnos todos estos interesantisimos articulos que, de corazon deseo, nos sirvan para que, como ciudadanos empecemos a construir un México mejor. Saludos con todo mi afecto Don Paco.