De memoria
Carlos Ferreyra
Con ese nombre los vejestorios de la generación previa a la mía, se reunían con el propósito de hablar de todo, de nada, simplemente de convivir entre amigos o familiares.
Los jóvenes en sus tertulias se dedicaban a resaltar lo rápido que sus amigas niñas se estaban convirtiendo en jovencitas. La conclusión era siempre la misma: que las cuiden sus papás o se las van a robar.
Las de mayor edad hablaban poco de política, mucho de padecimiento de la edad y el resto lo dedicaban a bromear entre ellos, a buscarse sobrenombres y a esperar la siguiente reunión.
Imagine amigo lector una tertulia en las circunstancias actuales, como si nada digo que el mundo político en México ha cambiado tanto, que en Cuajimalpa no se observa un cartelón , un pasa calle, una pinta callejera de los tricolores ni de los blanquiazules. PRI y PAN no existen.
Uno de los contertulios muy divertido dice que el que tenga apuros económicos acuda a la antigua delegación, hoy ayuntamiento, donde le pagarán $200 por recoger la propaganda de la oposición.
Otro de los circunstantes, agrega, que se pueden ganar hasta $500 en una noche de acuerdo con el número de carteles propagandísticos de la oposición que sean entregados a los responsables del operativo en las oficinas oficiales de Cuajimalpa.
Todos quisieron aportar un dato más al operativo que patrocinan las autoridades morenistas pero pronto derivaron hacia las campañas presidenciales que, aseguraron, están cargadas de misoginia y de notorio desprecio por las mujeres.
Alguien aportó un dato interesante: en la presentación pública de los tres aspirantes, poco o ningún caso se hizo a un señor de origen ignoto pero conocido por su afición a las drogas y su ebriedad consuetudinaria. Con el infierno de Dante deja salir a sus diablos menores.
Lo que llamó la atención de quienes pudieron seguir el debate fue la misoginia de ambas mujeres descalificándose la una a la otra por pertenecer al género femenino.
En ningún momento hubo propuestas interesantes para atraer los votantes y mientras una apelaba a su simpatía personal la otra reproducía gestos y aspavientos de quien dicen es si titiritero.
La panista, durante alguna intervención pública, respondió en términos poco entendibles a la señora que se quejó de no haber podido hacer patrimonio a sus 71 años y seguir rentando casa.
La candidata oficial se colgó de ese incidente menor y en la siguiente intervención pública ofreció un proyecto para que todos los mexicanos, como dueños, tengamos acceso a una vivienda digna y de patrimonio familiar.
Entre los tertulianos se destacó una vez más la facilidad con que los políticos prometen pero sin comprometerse. Detrás de cada oferta pública queda la esperanza popular de que “este si será el bueno”. Con tal perspectiva entregan su voto.
No hay entre los participantes en la tertulia quien tome en serio a las candidatas presidenciales. El machismo innato en el mexicano no lo hace ver de una presidente.
Falta poco y pervive la idea, el temor, de qué el peje sentado en las bayonetas anulará las elecciones y alargará su estancia en palacio nacional hasta el fin de los tiempos.
Personalmente lo creo y vivo con ese temor aunque por motivos de edad seguramente ya no me tocará soportar a semejante sabandija otro sexenio más.