Por: Armando Ríos Ruiz
El presidente se reveló desde el principio de esta administración, como el poderoso que acabaría con los criminales, con una estrategia que anunció como la más revolucionaria de todos los tiempos, pero que en la realidad se trata de una ocurrencia a todas luces para retrasados mentales, que sólo sus seguidores se tragaron o por lo menos le respetan, como le respetan y le aplauden todo.
Es el dios de esta clase no pensante que, por serlo, está convencido de que no sólo en México, sino en todo el mundo en donde se le conozca, provoca admiración, por más que es al revés. Pues sus dislates lo tienen convertido a los ojos del exterior, en el mandatario inculto. Con escaso raciocinio. Provocador de risas de burla y con grandes dotes de dictador. Autoritario y abusivo.
Desde el principio inició en México una batida irrefrenable contra quienes manifestaban desacuerdos con su forma de gobernar y de pensar e intentó pleitos con otros lugares del orbe, como España, país al que demandó la devolución de lo que los conquistadores se llevaron hace 500 años y una disculpa por la conquista o del mismo evento gracias al cual, él mismo vino al mundo.
Dividió a los mexicanos, aunque gracias a él nos dimos cuenta de que existe otra clase de compatriotas dispuesta a adorar a un dios construido con vilezas. Retrógrada y malsano. Su maestro. Pues sus enseñanzas sirven para que repitan al pie de la letra todos los disparates que profiere esa falsa deidad, sólo para demostrar la verdad que encierra la frase de Jacinto Benavente: “bienaventurados los que nos imitan, porque de ellos serán nuestros defectos”.
No podemos decir que su último dislate, porque diariamente inicia varios nuevos. Pero sí que denunció al gobierno de Ecuador ante varias organizaciones internacionales, por haber irrumpido en la embajada de México, a detener a Jorge Glass, o al ex presidente acusado de muchos delitos. Entre otros, de narcotráfico, por su muy probable traslado a México para evitarle un juicio.
Después de no cansarse de vilipendiar a la ONU cuantas veces pudo, Ahora sí le pidió su intervención para que expulse a Ecuador de sus filas, porque el señor está ofendido de verse impedido de trasladarlo a México, para propinarle muchos abrazos por pertenecer a esa casta de rufianes que los merecen.
También demandó al mismo gobierno ante la Corte Internacional de Justicia, convencido de que es el líder que puede pedir lo que desee y ser obedecido.
Como si se tratara de su Congreso obediente, al que le ordena aprobar sus iniciativas sin cambiarles una coma. Pero se ha llevado sorpresas desagradables. No están ni para soportar esas ofensas ni para obedecerlas.
Ecuador respondió en la misma tesitura y expuso igualmente ante esta organización, con sede en La Haya, lo ocurrido en la embajada mexicana. “Si no fuera porque México se portó con el Ecuador en forma sinuosa, irrespetuosa y hasta tramposa, la defensa del Ecuador sería mucho más difícil”. Escribió en un párrafo de su denuncia, en la que describió a un ex funcionario de muy alto nivel involucrado en muchos delitos durante el gobierno de Rafael Correa.
Acostumbrado a no molestar ni con el pétalo de una rosa a los delincuentes mexicanos, pensó que era lo mismo con los de otros países, de los cuales soñó convertirse en el líder, igual que de Latinoamérica. No lo ha logrado siquiera con los que reciben el dinero que les da y que como aquí, tienen que soportar a similares, dictadores sin escrúpulos, como Cuba, Nicaragua o Venezuela.
El abogado Alfredo Crossato demostró que México actuó con mala fe. Con deslealtad y de manera mentirosa (casi no se le da). Ocultó la verdadera intención: impedir que Jorge Glass fuera procesado en Ecuador. Lo señaló como delincuente común y reveló que antes de la invasión a la embajada, se recibieron peticiones de México, que dieron sospechas muy razonables, del uso de un plan para huir.
Acostumbrado a lograr sus caprichos en México, quedó con un palmo de narices por la resolución de la Corte. Ecuador ganó por el caso allanamiento a la embajada mexicana para capturar a Jorge Glas.
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Una entrega de Latitud Megalópolis para Índice Político