KAIRÓS
Francisco Montfort
Los debates políticos recientes efectuados en México han tenido repercusiones. Contra el lugar común de que los mexicanos están hartos de la política, de los partidos y de los políticos la verdad es que son muchos los ciudadanos que se han interesado en ver los debates y sus consecuencias.
Quedó registro en pantalla la mejor calidad de los candidatos opositores en todos los debates habidos hasta el momento. Se corrobora así que Morena carece de buenos cuadros para gobernar.
Como no se trata de una pelea de box donde existen reglas para otorgar calificaciones a los oponentes, en los debates es necesario fijar la atención en el manejo del lenguaje, en los conocimientos manifestados, en los argumentos razonados y también en el lenguaje corporal y la presencia personal de cada debatiente.
Esto así porque es menos relevante decidir quién “ganó” el debate que valorar el comportamiento conjunto de los directamente debatientes. Porque sólo así vemos “de cuerpo entero” a la persona que vamos a elegir presidente de la república, o gobernador de un estado, o presidente municipal o senadores de la república o diputados locales o federales.
Cada uno requiere de una personalidad especial para desempeñar el puesto al que se postula. Y en todos los casos la representación de un debate constituye la exposición de las cualidades y defectos de las personas involucradas.
Cada debatiente, además, carga con la responsabilidad de sostener un proyecto político que debe exponer de la manera más clara y concisa posible. Se constituye en la personificación de ambiciones, de ideales, de planes, programas, proyectos que pretenden mejorar las condiciones materiales de vida de los ciudadanos.
Con estos antecedentes en mente, destaca en primer lugar las participantes de los debates a la presidencia. No me detendré en la innecesaria figura del candidato de Movimiento Ciudadano que sólo hace las veces de mosca: inevitable, intrascendente, pero molesto.
La señora Sheinbaum ha expuesto con claridad lo que pretende hacer: la agenda que le definió el señor López. No ha expuesto ideas relevantes, originales, que sean suyas y que constituyan un atributo grande, deseado socialmente y diferenciador respecto a su principal contrincante. Su proyecto constituye la consolidación de un régimen autoritario, con un Poder Ejecutivo sin contrapesos y con una democracia acotada a los deseos presidenciales.
Por otra parte, sus ofertas no son las que promueven la modernización de mujeres y hombres listos para enfrentar los desafío que representan, se quiera o no, los hombres y mujeres de altas cualificaciones personales, intelectuales y físicas que habitan los países desarrollados.
La señora Gálvez constituye exactamente el proyecto contrario de la candidata oficial. Pretende restablecer el orden subvertido por las decisiones del señor López, reestablecer el camino de la democracia, la modernidad y el capitalismo controlado por el Estado de derecho y por un Poder Judicial eficiente y eficaz.
En Veracruz los contendientes mostraron sus cualidades nítidamente. Una señora Nahle acosada por las 32 demandas interpuestas en su contra por actos de corrupción. Ignorante de las realidades de Veracruz y sobre todo sin ninguna cualidad ejecutiva.
¿Cómo es posible que una persona que no sabe hablar en público, que requiere leer sus intervenciones en un debate, que no sabe improvisar, con falta de reflejos para atender situaciones emergentes haya podido ser secretaria de Energía, una función clave para el desarrollo nacional?
Ahora sabemos que sus decisiones en materia de energía eléctrica costarán al país millones de dólares en pérdidas por los apagones, por las empresas que no podrán venir a México por falta de energía, por los costos que representa ya la cancelación de la reforma energética aprobada por Enrique Peña Nieto.
También el país deberá pagar sus decisiones ideologizadas en materia petrolera, que por lo menos ascienden a casi un billón de pesos si no se cambia de inmediato el papel de PEMEX. Y súmele los costos excesivos de la construcción de la refinería Dos Bocas que se convierten en pérdidas para el país.
La señora Nahle ni siquiera sabe lanzar críticas a sus rivales (en realidad sólo el señor Pepe Yunes). Los dardos contra su rival parecían chismes de lavadero y su mala imagen personal causaban pena ajena. La señora Nahle se derrotó a sí misma. Quedó expuesta en los dos debates. Igual que su compañera de fórmula, la señora Sheinbaum.
francisco.montfort@gmail.com