KAIRÓS
Francisco Montfort
Como cabeza del populismo mexicano se puede calificar al señor López como un virus oportunista. Es cierto: el populismo, como los virus oportunistas, ataca y se hace del poder cuando el Estado de un país tiene sus sistemas inmunitarios dañados.
El sistema de producción carece del vigor para llegar cerca de la meta ideal del pleno empleo. También es incapaz de disminuir las brechas sociales pues sus ofertas de trabajo no alcanzan el abanico de las demandas, muy heterogéneas, de su sociedad.
Tampoco el sistema capitalista del Estado en cuestión cuenta con el vigor de la innovación y la fuerza de la creatividad para impulsar la renovación permanente de los artículos de mercado y la destrucción creativa de empresas.
Por su parte el sistema democrático del Estado es débil en su sistema de partidos cuya renovación de cuadros, sus conductas éticas y sus logros parlamentarios son escasos y están lejos de satisfacer las necesidades de sus múltiples grupos de apoyo que integran la escala socioeconómica del país.
Respecto al sistema de modernización las fallas también son múltiples. Destaca, frente a la velocidad de la modernización impulsada por la revolución tecnológica permanente a escala del mundo, las carencias de mujeres y hombres con la preparación escolar, física y cultural adecuadas para hacer frente a esos cambios en los mercados laborales y de esparcimiento.
Y también carencias notables en el sistema productor de ideas, de innovaciones que impulsen internamente la evolución del sistema productivo. Y debilidad o ausencia de una clase intelectual propensa a asumir los cambios culturales que imponen los países avanzados.
Si revisamos cuál era la situación del Estado mexicano en 2018 se puede elaborar una enorme lista de carencias en los tres sistemas. Un sistema productivo que crecía en promedio 2.5% anual, la enorme economía informal, las fallas en pensiones y de la distribución de los ingresos.
En el sistema democrático los partidos pasaban por su peor momento en cuanto a imagen pública, el Congreso había procesado reformas que impulsarían vigorosamente la modernización, pero con la sospecha de mecanismos de corrupción, el INE era objeto de enormes críticas por los elevados presupuestos que consume obligado por la ley.
El gobierno minado por la corrupción y la debilidad de sus presupuestos no podía ofrecer los servicios públicos que la sociedad demanda en calidad y cantidad suficientes, el sistema educativo colapsaba por su inoperancia para producir ciudadanos modernos acordes a las exigencias de los mercados laborales y las clases intelectuales se mostraban temerosas de las exigencias de la revolución tecnológica y científica.
El señor López prometió arreglar estos y más problemas específicos: la corrupción, la militarización, la inseguridad, el débil crecimiento económico, la distribución del ingreso, acabar con la pobreza y, en fin, crear el México ideal.
La transformación prometida sí tuvo lugar, aunque para mal. Hoy el Estado mexicanos es más débil para impulsar una nueva fase de crecimiento económico empezando porque dejó al país sin energía suficiente sostener una nueva fase de desarrollo. La modernización fue parada en seco con la entrega del sistema educativo a los sindicatos; con el retroceso del CONACHYT y los golpes al sistema cultural hoy plenamente ideologizado por fantasmas izquierdistas.
En dónde más se reciente el retroceso de la transformación es en el sistema democrático. Los golpes al INE y al Poder Judicial, el crecimiento del presidencialismo con el sometimiento del Poder Legislativo al servicio del presidente, el desprestigio del nuevo partido corroído por la corrupción, y de los partidos tradicionales, incapaces de auto regenerarse.
La transformación está hecha…girones. El presidente más derechista y reaccionario de nuestra historia posrevolucionaria logró destruir lo que muchas generaciones de mexicanos habían construido. Hoy el Estado mexicano es menos democrático, menos moderno y productivo que en 2018.
El sistema inmunitario del Estado mexicano sigue muy débil. El virus del populismo y su agente el señor López aprovecharon al máximo las circunstancias de debilidad y sacaron de ellas el mayor provecho posible: la corrupción creció enormidades y sirvió inclusive a los familiares del presidente de la república.
El Estado mexicano ahora, después del gobierno del señor López, sufre del Virus de la Inmunodeficiencia Política y puede adquirir el Síndrome de la Inmunodeficiencia Autoritaria (SIA) que terminará con la historia de México del siglo XX y lo que va del XXI.
El oportunista señor López llevó a México al borde de la ausencia de cura eficaz contra el SIA. Excepto…si en las próximas elecciones impedimos el triunfo de la comunista y despiadada (cuestión de recordar sus actitudes frente a las desgracias del Colegio Rébsamen y del Metro de la CDMX) señora Sheinbaum.
Recuperar la salud del Sistema Inmunitario Democrático del Estado mexicano es el paso indispensable para impedir que llegue la incurable enfermedad del Síndrome de la Inmunodeficiencia Autoritaria que ya ha matado a varios países.
francisco.montfort@gmail.com