Eduardo Sadot
Las izquierdas, cuyo origen se remonta a la convención nacional francesa, que marcó el comienzo del parlamentarismo y orígenes de las instituciones legislativas, las izquierdas encarnaron el pensamiento vanguardista. La división de la convención entre jacobinos – provincianos o de la montaña – girondinos – procedentes de Gironda, departamento francés – en el régimen republicano, a diferencia del sistema federal de estados confederados allá son departamentos, la mayoría de girondinos proceden de la burguesía – de las ciudades – ésa división separada por los convencionistas de centro llamados entonces de “la llanura” dieron origen a la clasificación de izquierdas y derechas.
Al término de la revolución mexicana, la izquierda siempre estuvo presente a veces con diversas caras, el sinarquismo fue una de esas caras, sin ser de propiamente de izquierda, las izquierdas se han identificado como opositores, revolucionarios o contrarios al régimen en turno y al “statu quo”, es por ello que, por ejemplo en la España posfranquista, uno escuchaba a los “revolucionarios” y vanguardistas, su pensamiento estaba más cerca de las derechas latinoamericanas que de la izquierda.
Hoy no existe la izquierda mexicana, ni tiene presencia partidista, lo que quedaba firme aún, el Partido Comunista (PC) desapareció y aunque empequeñecido, el Partido del Trabajo, (PT) pero el “líder moral” de MORENA la minimizó hasta convertirla en un apéndice de su ambición, los convenció, creyeron que lo controlarían y nunca contaron con que su fuerza armada fuera la delincuencia y para el proceso electoral a la izquierda le cerró la posibilidad de crecer.
Para la próxima elección, despuntó Xóchitl Gálvez, una candidata ciudadana de centro, que es postulada sí, por partidos diversos y hasta antagónicos – porque era la única posibilidad – así, la izquierda se quedó en el aire, sin alternativa o votan por su candidata o no vale su voto, porque no hay candidato de izquierda, qué hábil.
El dilema de la comunidad de izquierda – si algo queda – es votar por una candidata ciudadana a la que acusan de derecha, aunque no lo sea, que etiquetan por uno de los partidos que la postula (PAN derecha) los otros (PRI de centro) PRD (de izquierda) la etiquetan equivocadamente de derecha frente a una candidata del gobierno, que se perfila hacia una dictadura populista, votar por una dictadura o por una opción de cambio, dados los resultados del actual gobierno. Pero a la izquierda mexicana la extinguieron.
Se perdió la izquierda mexicana nacionalista, humanista, cercana al indigenismo – originalísimo – auténtico y distante de las neo-izquierdas latinoamericanas extraviadas, populistas, dictatoriales y tiránicas.
Las izquierdas marxistas, maoístas y trotskistas, que consolidaron la conformación de izquierdas obsoletas, que pudiendo mutar a una izquierda mexicana, se volvieron una burda imitación de Cuba y Venezuela, se desdibujaron, abandonando ideales nobles para imitar dictaduras.
La izquierda que en 1929 pretendía unificar la educación, imponiendo una educación socialista, provocó precisamente la lucha por la autonomía universitaria, fincada en el respeto a la libertad de pensamiento e ideología universales, que se instaló en México, la significativa diferencia, que le distingue, del neo-izquierdismo dictatorial latinoamericano del Foro de Sao Paolo, esa izquierda auténtica que sepultaran los dictadores, Castro, Chávez, que “obrador” pretende sepultar. Ahí están vivos los ejemplos que pretende imitar, Chavez-Maduro los hermanos Castro, inocultables dictaduras castristas y chavistas, urge el resurgimiento de la izquierda nacional mexicana, hasta hoy castrada y silenciadas por el régimen obradorista, hasta el último resplandor chiapaneco del ejercito zapatista con el sub comandante, Marcos ignorado, pero también voluntariamente exiliado de la agenda nacional.
Obrador impulsa y pretende meter a México en un sistema bipartidista, pero los partidos – todos – hoy resultan obsoletos, se quedaron cortos frente a las exigencias sociales, hemos de arribar a un sistema más ciudadano, menos acartonado, que permita el surgimiento de liderazgos auténticos e identificados con la ciudadanía, después de la elección, lo que sigue, es el reacomodo del sistema electoral y político mexicano, con novedosas formas y mecanismos de participación ciudadana. Se vislumbra inclusive, una crisis poselectoral y hasta la anulación de la elección y la repetición de una elección sin obrador como presidente, de ese tamaño es el reto de México.
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