Por Deborah Buiza
Descubrí el café cuando realizaba mis prácticas profesionales hace ya varios ayeres, el doctor con el que estaba encargada me decía “Deborah, no podemos ver pacientes sin haber tomado una taza de café antes” y entonces íbamos por un café a las 7 de la mañana antes de empezar el día. No sé como no lo descubrí antes ni como sobreviví hasta ese momento, pero ahora el café para mí es un “básico” y sin duda, antes del café soy una y después del café, otra.
A pesar de lo mucho que me gusta el café no soy una experta, no tengo un favorito ni tampoco un ritual para tomarlo, podría decirse que soy una amateur del café, así como en muchos otros temas, sin embargo en las cosas que me gustan por temporadas me da por investigar cómo hacerlas mejor o lo que ahora mencionan como “levantar el evento” y la verdad es que siempre encuentro cosas interesantes y que me llevan a la reflexión.
Por mi gusto por el café un día me hice de una cafetera italiana conocida como moka e intenté usarla, fue un desastre y sin darle nada de oportunidad la arrumbé en la alacena. En febrero anduve en el norte del país y estando de visita en casa de una de mis amigas me prepararon un café en una moka, ahí pensé que debería darle otra oportunidad a la que tenía en casa y puse atención a ver si descubría en que estaba fallando, al regresar no lo intenté. Pero hoy pensé en la moka abandonada y considerando que en youTube encuentra uno lo que sea me di a la tarea de investigar cómo hacer café en una moka nivel dummy.
Encontré cientos de videos explicando todo sobre las cafeteras mokas y cómo utilizarlas, seleccione uno que llamó mi atención de un chico llamado Marco quien daba cinco tips más uno para el buen uso de la cafetera, las recomendaciones habituales y que ya había visto en algunos otros videos, sin embargo lo que me llamó la atención y vengo acá a compartirte es lo siguiente:
Marco explica el tema del agua, el café, la limpieza de la cafetera, etc. pero da la siguiente instrucción “anota todo lo que hagas del proceso en una libreta para que vayas observando que te funciona y puedas repetirlo, y te des cuenta de lo que no sirve y lo deseches, hasta que encuentres como preparar el café que a ti te gusta”… “prepara muchos cafés y anota todo”…
Yo pongo la cafetera como Dios me dio a entender y ya. Nunca leí un instructivo, ni busqué información especializada hasta ahora (y por lo menos tengo 20 años tomando café por la mañana), mucho menos se me hubiera ocurrido llevar una bitácora para darme cuenta del proceso que sigo y de cómo cambia si cambio los elementos, como quien dice, hago el café “al ahí se va”, “al aventón”, “al troche moche”, al “como caiga” ¡chispas! ¡Tal vez hubiera tomado mejor café de haberme aplicado a realmente hacer café y no sólo poner el grano molido en la cafetera!
¿Cuántas cosas en la vida hacemos de manera casi automática sin preguntarnos si hay una mejor forma de hacerlas o si de esa forma nos sienta bien? ¿Cuántas cosas hacemos de cierta manera y ni siquiera nos acordamos cómo fue que aprendimos o por qué las hacemos así?
Es claro que si queremos mejorar algo necesitamos observar cómo lo hacemos, tomar nota de cómo lo hacemos, ir experimentando con los elementos y registrar esos cambios, así hasta que encontremos un mejor modo. Se dice que sólo al evaluar se puede mejorar, y lo mismo aplica para una taza de café que para cualquier otro asunto, necesitas saber qué estás haciendo, cómo lo estás haciendo e ir modificando hasta encontrar otros resultados.
¿Qué cosas te gustaría “mejorar” o cambiar en tu vida? Tal vez hay muchas cosas pero para empezar que tal que practicas con una pequeña y simple, y te das la oportunidad de con toda conciencia y de manera muy presente observar cómo la realizas y haces un pequeño apunte (en una libretita, en una nota en el celular), y así por una o dos semanas, y al término de ese tiempo te das cinco minutos para observar tu registro.
Puede ser la preparación del té, del café, del huevo de la mañana, de la manera en que te lavas la cabeza, de cómo riegas las plantas, de cómo usas los productos de limpieza, etc. Empieza con algo simple, muy simple. Estoy segura que te sorprenderás de los resultados.
Sé que podrías pensar en que es engorroso e inútil tratar de hacer un ejercicio como este, sin embargo tiene varios propósitos, uno de ellos es ejercitar algo que descuidamos en el trajín y la velocidad de lo cotidiano que es la atención en el presente y la observación de los pequeños y simples detalles, dos elementos que hacen un mundo de diferencia.
Y tú, ¿te atreverías a llevar una bitácora de lo simple?