Por: Francisco L. Carranco
Las encuestas son como un espejo, pero un espejo distorsionado, que pueden mostrarte una imagen, pero no necesariamente la real. En muchas de las veces, las encuestas se usan para manipular, para crear un miedo o una ilusión que te haga votar por un candidato o partido en particular.
Recuerda que las encuestas son solo una fotografía del momento, no una predicción del futuro. Las personas que están en posibilidades de votar cambian de opinión, las circunstancias cambian y los resultados de las elecciones pueden ser totalmente diferentes a lo que las encuestas sugieren, a esto hay que agregarle el voto indeciso que en ocasiones compite con un alto porcentaje con las candidaturas.
Por ello, el mal uso de las encuestas electorales con propósitos propagandísticos es un tema de gran relevancia en la actualidad, especialmente en un contexto político donde la manipulación de la opinión pública es una preocupación constante. Las encuestadoras espontáneas que aparecen y desaparecen según el interés particular de cada empresa.
Las encuestas electorales, que originalmente deberían ser herramientas para medir de manera objetiva la tendencia de los votantes, muchas veces son utilizadas de forma irresponsable y sesgada con el fin de influir en la percepción de la ciudadanía. Los mismos órganos electorales INE y OPLE, exigen seriedad y metodología que muchas empresas no cumplen.
Uno de los principales problemas del mal uso de las encuestas electorales es la falta de rigor en su aplicación y análisis. En muchos casos, se utilizan muestras no representativas, se formulan preguntas tendenciosas o se interpretan los datos de manera sesgada para favorecer a ciertos candidatos o partidos. Esto no solo distorsiona la realidad de las preferencias del electorado, sino que también contribuye a la desinformación y al descrédito de las encuestas como herramienta legítima de medición.
Además, el uso de encuestas electorales como propaganda política puede tener consecuencias negativas en la manera en que los ciudadanos perciben el proceso democrático. Al presentar datos sesgados o manipulados, se socava la confianza en las instituciones y se fomenta la polarización y la desinformación.
Los electores, al ser bombardeados con información falsa o sesgada, pueden terminar tomando decisiones basadas en datos erróneos, en lugar de en una evaluación objetiva de las propuestas y capacidades de los candidatos.
Por ello, es fundamental que las encuestas electorales sean utilizadas de manera responsable y ética, con el objetivo de informar a la ciudadanía de forma veraz y objetiva. El uso tendencioso de las encuestas con propósitos propagandísticos no solo distorsiona la realidad política, sino que también afecta los cimientos de la democracia al manipular la opinión pública.
Es responsabilidad de todos, desde los medios de comunicación hasta los ciudadanos, ser críticos y exigentes con la información que recibimos, para asegurar un debate político transparente y basado en hechos, no en manipulaciones interesadas.
Las encuestas pueden llevar datos que pueden ser falsos. La mejor encuesta es la del 2 de junio. Y ¡Tú serás quien decide!