Por: Ricardo Aguirre Cuellar
Estimado amigo; conforme van pasando los días y la polvareda levantada se disipa por el sorprendente desenlace electoral y su contundente nocaut, se va delineando un entorno de temor y riesgo que implica la consecuencia del resultado que se dio el dos de junio.
Las iniciativas de reformas presentadas por López en febrero pasado y que tienen que ver con el Poder Judicial particularmente y que en el mes de septiembre se discutirán, como ya adelantó Sheinbaum y el mismo López y que muy seguramente se aprobarán, como es la costumbre sin cambiarles ni una coma. No sólo representan un riesgo al frágil equilibrio de poderes, si no lo más grave, habrán de trastocar todo el orden jurisdiccional de miles o tal ves millones de procedimientos de toda índole a lo largo y ancho de la nación, al provocar la atrofia y parálisis en la impartición de justicia, con graves consecuencias para los justiciables y por supuesto para toda la nación.
Renovar desde su origen todo el entramado de jueces, magistrados y ministros, para sustituirlos por otros elegidos mediante el voto popular, es el más grande despropósito, que pretendiendo beneficiar a la sociedad, en realidad se estaría perjudicando brutalmente.
Sustituir un modelo constitucional como el actual y que data de hace más de 200 años, por algo experimental, caprichoso y electorero, no resuelve de forma alguna que pueda otorgarse una justicia más pronta y expedita.
Por el contrario dejará al garete miles de asuntos que tendrán graves implicaciones en la actividad económica, social, laboral, penal o administrativa que sin lugar a dudas paralizaran la inversión y el desarrollo del país.
No hablamos de una reforma legal cualquiera. Es la reforma de reformas. Es cambiar el concepto meritocratico por uno eminentemente populachero.
Que, en lugar de abonar por una mejor impartición e imparcialidad de la justicia, estará – ahora si como nunca, al servicio de cualquier interés o grupo político o económico y hasta delincuencial. Pero nunca al servicio de los justiciables.
Ahora bien, suponer de buena fe, que tal modificación tendrá mejores resultados, la pregunta sería y cuánto tiempo nos llevaría consolidar el modelo. Cinco o diez o treinta años.
La implementación del nuevo sistema de justicia penal se llevó ocho años desde su aprobación constitucional en 2008 a su inicio de implementación en el 2016, sin embargo, su consolidación a pesar de que lleva ocho años de implementado, se ve lejana para que tenga los resultados esperados.
No hay que olvidar que pasar de un modelo de justicia inquisitivo a uno acusatorio garantista, implica el cambio idiosincrático de los mexicanos de ver a cualquier acusado de cualquier delito, como culpable, sin otorgarle el beneficio de la duda de ser inocente. Como justamente lo plantea el nuevo modelo de justicia penal. Y tan es así que saltándose la presunción de inocencia se plantea la prisión preventiva oficiosa en casi todos los tipos delictivos. Como regla y no como excepción.
Es suma, lo que sin lugar a dudas va ocasionar tal capricho vengativo, será el desastre y una crisis económica, financiera y de inversión como nunca hemos vivido. Y mira que el error de diciembre de 1994 costó muchos miles de millones de dólares y por el que nació el Fobaproa. Bueno esta brutal apuesta y
necedad despótica será mucho mayor. Y quien sabe cuánto tiempo nos lleve para repararla.
Las revoluciones provocan cambios de los que se requiere varios decenios para asimilar y sobre todo tener resultados.
Cambios de esta envergadura en una economía tan compleja y diversificada con el tratado comercial más grande del mundo y con tratados con más de cincuenta países y que está situada dentro de las quince economías más grandes del planeta. No se merece experimentos populacheros de esta naturaleza.
Sostener que Bolivia lo hizo. No sólo es ridículo. Sino absurdo.
Comparar a una nación con 12 millones de habitantes y un PIB nominal que lo ubican en el puesto 92 y nuestro país con 130 millones de personas y ubicado en el puesto 12, es descomunal.
Simplemente no hay puntos de referencia. Y sostener que, en varios estados de la unión, nuestro socio comercial lo practican, también es absurdo. Porque su modelo lo han aplicado desde su fundación como nación independiente y donde algunas de las entidades que forman el pacto federal así lo llevan a cabo.
Eligiendo algunas categorías de jueces, que además no están exentas de corrupción y conflicto de interese. Pues el mecanismo de las urnas, al menos en este caso no garantiza el acceso de los mejores, sino todo lo contrario. Llegaran los peores y mas labiosos, pero no los más honestos y conocedores. Y por supuesto será más corrupto e inútil, que el que se pretende sustituir.
México requiere una reforma judicial nadie lo niega. Pero una reforma que mejore la impartición de justicia para que sea más asequible y sobre todo expedita e imparcial.
No una que decida a mano alzada el destino de una persona o su patrimonio o su libertad.
Ya decidieron por otorgar un cheque en blanco a Sheinbaum. No permitamos que lo cobré al precio que sea.
Lo que está en juego con esta reforma al Poder Judicial, es la estabilidad jurídica que permite un verdadero Estado de Derecho fundamental para construir una nación próspera y libre.
No se trata de posturas conservadoras o progresistas en antagonismos.
Se trata de no caer en la tentación fácil de que todo esta mal. Y hay que tirarlo. Cuando se puede y se debe mejorar.
Las reformas con el hacha en las manos, en lugar de un bisturí.
A donde hemos llegado. Y todo por el rencor y la sed de venganza.
Entre paréntesis: difícilmente Sheinbaum imprimirá un toque distinto al de López. La jetatura de este sobre ella se nota. Salta a la vista. Hasta en el beso que le planta en las puertas de palacio. Pues con el mismo casi le dice. Eres mía. Y de nadie más.
Y luego la conferencia de prensa. Donde Sheinbaum confirmó lo dicho. Las reformas van. Sobre todo, la del Poder Judicial. Que se harán consultas y mesas de trabajo. Pamplinas, a otro perro con ese hueso.
La experiencia con esta casta – grupo es que nunca reculan y siempre apuestan doble.
Esperar lo contrario es como esperar un milagro. Y se me hace que ya no hay.
O tu que crees estimado amigo.
PD reformar el consejo de la judicatura federal es una necesaria modificación. Sobre todo, para que ya no dependa del presidente o presidenta de la Corte y en todo caso sea un órgano autónomo independiente que sancione y revise la actuación jurisdiccional con absoluta imparcialidad y sin suspicacias. Y asigne los puestos con estricto apego a los reglamentos de ascensos y disciplinas del la Suprema Corte. Y en base a los méritos de jueces y magistrados. Y sobre todo su experiencia y capacidad.
Esa era una de las reformas que se plantaron al bribón de Zaldívar cuando presentó su reforma. Pero se negó hacerla. Pues perdía el poder para extorsionar a jueces y magistrados. Como fue denunciado. Por eso no la hizo. Y ahora anda como loco promoviendo la destructiva reforma al PJF.
Así de cínico y miserable.
PD2 Y si se esperaba algún resultado de las famosas consultas propuestas por Sheinbaum ya López dio su última palabra.
“ Ya se sabe lo suficiente “ dijo López refiriéndose a las consultas.
Es decir, nada que va cambiar el plan inicial.
La reforma va como está y ni una coma se le cambia. Porque ya todo mundo la conoce. Faltaba más.
Y cuidadito Sheinbaum. Porque ya dijo que se retira a descansar. Pero que si ve cosas que afectan su proyecto saldrá a reclamar.
Y todavía hay ingenuos que piensan en una presidenta. Si como no.
Aquí vive la presidenta Sheinbaum. Pero el que manda vive…en frente. Es decir. En la chingada.
A menos que saque las uñas y demuestre lo contrario.
Pero hasta ahora. Simple marioneta. Muy votada pero sin personalidad. Y es lo que López deja ver. Y así va ser, hasta que demuestre lo contrario. Si es que puede y quiere.
Una entrega de Latitud Megalópolis para Índice Político