Por: Ricardo Burgos Orozco
El Partido Revolucionario Institucional empezó a perder fuerza con la primera elección en 1977 de los diputados plurinominales, que se asignan de forma proporcional al número de votos que obtuvo en general un partido en los comicios respectivos. Actualmente son 200 legisladores asignados por esa fórmula; otros 300 se determinan por el voto directo de los ciudadanos. La idea original del régimen era darle más juego a la oposición en una incipiente democracia mexicana.
Con el paso del tiempo los partidos políticos contrarios al régimen fueron tomando más fuerza gracias al voto de los ciudadanos. Fue un golpe terrible para el PRI que el Partido Acción Nacional ganara su primera gubernatura en 1989 con Ernesto Ruffo Appel. Fue un aviso para lo que sucedería 11 año después, en el año 2000, con el triunfo del primer presidente de un partido diferente al tricolor, Vicente Fox Quesada. La oposición se estaba adueñando del poder.
Hoy los tiempos han cambiado mucho desde el surgimiento del partido de Andrés Manuel López Obrador, en 2011, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que ha tomado un gran poder desde su creación; ahora es el partido hegemónico con 24 gubernaturas y la presidencia de la república, ganada en 2018 y ahora en 2024.
Los partidos de oposición, PRI y PAN, cada vez son más chiquitos y se hacen más débiles. El Revolucionario Institucional sólo tiene dos gubernaturas, Durango y Coahuila y Acción Nacional: Guanajuato, Aguascalientes, Chihuahua, Querétaro y Yucatán. Recordemos que en estas recientes elecciones el Partido de la Revolución Democrática –alguna vez dirigido por López Obrador — perdió su registro al no obtener más del 3 por ciento de la votación.
PRI, PAN y Movimiento Ciudadano son las únicas tres opciones “reales” que existen opositoras a Morena; y Movimiento Ciudadano está por verse que sea de oposición. Los demás partidos son satélites de Morena: Verde Ecologista de México y Partido del Trabajo. Incluso los legisladores de uno y otro se intercambian las camisetas de acuerdo al interés político. Un ejemplo claro de ese batidillo es Gerardo Fernández Noroña, quien es del PT, pero al mismo tiempo defiende a Morena y fue vocero de la morenista Claudia Sheinbaum Pardo.
La presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, ya propuso desaparecer a través de una iniciativa próxima a los legisladores plurinominales y bajar de 500 a 300 el número de diputados en la Cámara Baja. Si es así, difícilmente PRI, PAN y Movimiento Ciudadano van a tener posibilidades de hacerse notar como oposición en el Congreso. Lo peor es que al PRI ya nadie lo quiere, más que su presidente Alejandro “Alito” Moreno y eso sólo para satisfacer sus ambiciones personales.
Tal vez para la siguiente elección de 2027, por sus porcentajes ganados en 2024, seremos testigos del fallecimiento cuando menos del PRI como partido; así Morena estará logrando paulatinamente su objetivo de desaparecer cualquier vestigio de oposición política en México.
Una entrega de Latitud Megalópolis para Índice Político