Ricardo Del Muro / Austral
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) dio inicio, el domingo 7 de julio, a su 24 Asamblea Nacional Ordinaria, donde el tema central es la posible reelección de Alejandro Moreno Cárdenas como presidente del partido, además de algunas reformas que, en una especie de terapia intensiva, intentarán alargar la vida de este partido, fundamental en la historia política contemporánea del país, que actualmente está en agonía.
Durante la sesión realizada a puerta cerrada en el Pepsi Center de la colonia Nápoles en la Ciudad de México, se aprobó con un voto a mano alzada, una serie de modificaciones en los estatutos del partido, donde destaca la posibilidad de reelección tanto de su dirigente nacional, como de los dirigentes estatales; esto, le permitiría a Moreno Cárdenas, también conocido como “Alito”, tener un control total del partido, además de designar y remover a los coordinadores del tricolor en la Cámara de Diputados, en el Senado y en los congresos locales.
Alejandro Alito Moreno ha logrado en cinco años lo que ninguna dirigencia en el PRI; de hecho ha “devorado” al partido, destacó la edición dominical del periódico El País, en una crónica de Elia Castillo, donde señaló que bajo la dirección del político campechano, la agrupación ha pasado de ser una de las tres principales fuerzas políticas en México a ser un simple partido satélite.
El PRI está en una fase terminal, pero la crisis se inició tras la llegada al poder de los tecnócratas con Miguel de la Madrid, hace 37 años, en la 13 asamblea nacional del PRI en 1987, donde Jorge de la Vega, en un discurso autoritario advirtió que “en el PRI no tendrían cabida ni la quinta columna no los caballos de Troya” y sugirió la renuncia de los promotores de la democratización, encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz, que desembocaría en la fundación del Partido de la Revolución Democrática.
En aquellos años, fue cuando el PRI abandonó su fundamento popular y nacionalista. En el 2000, el PRI perdió la presidencia de la República y aunque las pugnas entre los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, le permitieron recuperar brevemente el poder Ejecutivo, con Enrique Peña Nieto (2012 a 2018), ya era evidente la crisis de ese partido.
La edad se le vino encima, al cumplir 90 años, cobrándole los errores, las desviaciones, la corrupción, la falta de democracia interna y los abusos del poder. En 2019, ante la apabullante derrota electoral y el sorpresivo triunfo de Morena, además de la carencia de una figura política fuerte, carismática y novedosa entre los priístas, llegó a la presidencia del PRI, Alejando Moreno Cárdenas, un político mediocre, que había sido gobernador de Campeche y era conocido como “Alito”.
En los cinco años de la presidencia de Moreno Cárdenas, el PRI acabó con lo que le quedaba de su hegemonía política, pues perdió 80.3% de su militancia, 11 gubernaturas, entre ellas cinco bastiones, y necesitó del PAN y el PRD para retener Coahuila y recuperar Durango, además de caer al cuarto lugar en la preferencia política nacional, tener sólo el 2.1% de curules estatales y ganar ni uno por sí solo a nivel federal.
En el aire está la suerte del PRI; “Alito lo lleva al matadero”, señaló la ex dirigente priísta Dulce María Sauri Riancho en una entrevista que destacó el diario La Jornada, donde la política yucateca adelantó que la asamblea será impugnada, porque está viciada de origen, ya que a Moreno Cárdenas no le importa violar la legalidad, a fin de permanecer hasta 2036 al frente del PRI, “pese a que lo ha debilitado y convertido en el partido más desprestigiado y rechazado del país, pero se aferra con uñas y dientes al poder para seguir con el manejo de los recursos económicos que aún le quedan”.
Los únicos expresidentes priístas que han apoyado a Moreno Cárdenas son Jorge de la Vega, Augusto Gómez Villanueva y José Antonio González Fernández, mientras que la mayoría de los dirigentes veteranos han exigido la renuncia de Alito, desde que la grave crisis del PRI comenzó a manifestarse en las elecciones federales de 2022.
En aquella elección, el PRI sólo logró ganar la gubernatura de Durango y perdió en Hidalgo, uno de sus bastiones históricos, en una caída que tocó fondo al año siguiente cuando perdió la gubernatura en el Estado de México, tierra natal del mítico grupo Atlacomulco.
Un año después, el 8 de mayo de 2023, en una sesión extraordinaria y rodeada de polémica, con 518 votos a favor y tres en contra, el Consejo Político Nacional autorizó la ampliación de la dirigencia de Alito hasta pasadas las elecciones presidenciales de 2024.
El periodo de Moreno al frente del PRI terminaba en agosto de ese año, pero con esa ampliación se prolongó hasta después de las elecciones de 2024, donde el Revolucionario Institucional participó en la alianza opositora Fuerza y Corazón por México, junto con el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). A ese Consejo sólo acudieron los expresidentes del PRI, Cristina Díaz y Jorge de la Vega, mientras que la exdirigente nacional, Dulce María Sauri Riancho, se manifestó en contra de esta ampliación en la presidencia de Alito.
Es difícil saber cuánto tiempo durará la agonía del PRI. A semejanza de los enfermos terminales, hay algunos partidos políticos que inexplicablemente sobreviven más tiempo de lo esperado. En historia política del país están los casos del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) y el Partido Popular Socialista (PPS), pero hay otros que mueren pronto, como el Partido Demócrata Mexicano (PDM), el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), el famoso “ferrocarril” (PFCRN) y podría ser el caso del PRD. RDM