De memoria
Carlos Ferreyra
Hace dos meses los algoritmos del “feis” dictaminaron una breve suspensión debido al uso indebido de algo que ellos supusieron o un insulto o una falta de respeto contra Samuel García, un monito que ya se pensaba el ocupante de la silla del águila.
En una parodia de doña Blanca preguntaba yo quién era ese jicotillo que anda el pos de presidencia, pero tengo un dedo malvado, incontrolable, indisciplinado, que en la se de jicotillo diminutivo de los jicotes, unos insectos zumbadores que en Morelia amarrábamos de una patita y lo teníamos dando vueltas volando a lo tarugo hasta que se agotaban.
Cómo mereció la suspensión debemos suponer que los demonios se adueñaron de los algoritmos que juzgan, enjuician y castigan lo que inocentemente pergeñamos los escribidores.
Lamentable que los sistemas mencionados estén en manos de las agencias Reuters, France Presse y la española EFE, que algún periodista michoacano Luis Sánchez Arriola aseguraba que encubría las siglas de su progenie: franco, falange y fascismo.
En estas épocas tan modernas resulta una tontería traducir el jicotillo para luego relacionarlo con preferencias íntimas y escandalizarse por ello.
Algo se cuatrapeo en la moral de nuestros guardianes éticos, porque tras escandalizarse por una “j” tanto el “feis” como la “X” que sustituyó al pajarito enloquecieron simultáneamente, redujeron sensiblemente la información que podría estar al alcance de la clientela y la sustituyeron por una cadena de suciedades y obscenidades criminales que repiten una, una y otra vez.
Hace varios años Brasilia apenas estaba en construcción, en la capital nacional Río de Janeiro se intentó internacionalizar un concurso de traseros para competir con el “Miss Universo”.
La procedencia de la gran mayoría de los habitantes de Brasil las hace proclives, a ellas, para poseer traseros espectaculares y a veces exagerados. El concurso se llamaría “Miss Bumper o Miss Bum-Bum”, pero no tuvo éxito porque hubo quien lo consideró obsceno.
Hoy las redes concursan entre ellas para mostrar en forma procaz los traseros de jovencitas cuyo origen y destino nadie sabe.
Con movimientos lúbricos muestran poco a poco sus carnes y ya hay, lo hemos visto, un par de vídeos de jóvenes mujeres masturbándose.
Pero no es todo, se refugian en mostrar los asesinatos, los asaltos y algunos accidentes en los que hay una víctima mal herida, que es rematada por el vehículo con el que sufrió el accidente.
Los asaltos en vía pública y en modestas cafeterías de barrio son desplegados por ambas redes sin sentir por ello la menos responsabilidad social sin la menor conciencia cínica y sin ningún respeto para los infantes que pudiesen tomar una enseñanza de tales videos.
Otras grabaciones a las que dan mucho vuelo son las pandillas de leones devorando a unos hermosos búfalos.
Los leones se ven bien cebados, los búfalos igual y sin duda se trata de una reserva a la que llegan taurófilos o añorantes del circo romano que les encanta ver como los felinos destrozan al búfalo.
En las filmaciones que publican en una abundancia verdaderamente ofensiva se ven los vehículos repletos de curiosos que se amontonan en las ventanillas con cámaras de video y teléfonos celulares para no perder detalle de cómo destrozar la existencia de tan hermosos ejemplares como son los búfalos.
La escena aburre por repetida. Un león se cuelga del cachete del búfalo apoyándose en el lomo con una garra mientras que con la otra impide que accidentalmente el enorme animal de 400, 500 kilos lo aplaste y se libere. Mientras otros miembros de la pandilla se le trepan al lomo, lo mordisquean por detrás hasta que lo derrumban y ahí empiezan a devorar al animal vivo. El único que no varía su postura es el que inició el ataque, ese se desprende hasta el momento que comprueba la muerte de su víctima.
Ahí se ven venados, cebras y otros animales víctimas de los leones y los curiosos que debieron pagar muchos miles de dólares por solazarse con la muerte violenta de seres vivos permanecen hasta el anochecer al alcance de los felinos que a pesar de todo nunca les hacen caso.
Un cruel espectáculo muy bien montado pero que no molesta a los enjuiciadores de los contenidos morales de las redes. Actualmente se mira y se mide con distintos puntos de referencia y exhibiciones como asesinatos o destazamiento de seres vivos, o van más allá de un simple espectáculo.