Eduardo Sadot
Los ignorantes creen que quien sentencia y juzga lo hace a su capricho, ignoran también que eso se hace de acuerdo al derecho y que cuando no lo hacen así, hay otros jueces – otras instancias – que corrigen los errores voluntarios o involuntarios de los juzgadores y los remedian. Ignoran también que eso lo hacen instancias o jueces menores que a la Suprema Corte le corresponde juzgar a los poderosos, al gobierno, a los fuertes y a los arbitrarios y frenar sus actos o intenciones contra los ciudadanos de a pie.
No pagar bien a ministros que han pasado muchos años estudiando, es intentar fomentar una cultura de la injusticia, privilegiar el esfuerzo físico – muy encomiable, por cierto – pero nunca en detrimento del esfuerzo mental, que a veces es más desgastante, porque el físico se descansa y se recupera, pero el mental a veces no descansa ni en sueños. Si a eso sumamos la responsabilidad, el riesgo que representa equivocarse, ya hubo ministros de la Suprema Corte que terminaron en la cárcel, se acuerdan del caso del Ministro Díaz Infante. Y del presidente Echeverria que terminó recluido en su casa. Porque se acogió al beneficio del articulo 55 del código penal federal, quién lo sentenció, la el poder Judicial, así puede terminar otro en “la chingada” su rancho.
También se olvidan que lo que se paga a cada ministro no es ni la décima parte de lo que se le paga a un presidente de la república, si acaso representa el .01 por ciento de lo que cuesta a los mexicanos el presidente de la república, hagan cuentas de trajes diario, mañanera, traslados con un grupo de apoyo de más de 40 personas, vehículos, alimentos a ellos y su familia, el costo de vivienda más si vive en un palacio, el desgaste y mantenimiento de muebles históricos, el servicio de gastos médicos incluida la instalación de un quirófano con todos los elementos y equipos más modernos del mundo y solo para una persona que si no la usa en todo el tiempo es dinero tirado, si se quiere comparar sueldos hay que ser honestos, pero si además, si tomamos en cuenta la preparación y la evaluación de su gestión y desempeño, sin contar el daño patrimonial de su tiempo de ejercicio en el cargo, incluidas vidas humanas, desperdicio de recursos materiales y económicos – ya ven se acaba de dar a conocer – gastados por la presidencia de México, en la búsqueda de Catarino Erasmo Garza Rodríguez.
A un ministro no se le pagan gastos superfluos ni caprichos como al presidente de México, a un ministro se le paga por sus estudios y conocimientos, por su formación profesional – por eso es inconcebible que un ministro siga en el cargo, cuestionado por plagio de tesis, se le paga por su responsabilidad y para que no sea seducido por la corrupción y delincuencia, se le paga por su desempeño por su eficiencia y pulcritud profesional y por la cantidad de asuntos que resuelva, y por lo que sabe, en el sentido de sapiencia o sabiduría, si falla se va a la cárcel.
En los Estados Unidos a quien ha manejado información o ha tenido una altísima responsabilidad y ha cumplido con ella con honestidad, se le protege y procura, imaginen a un científico de la NASA, que tenga que trabajar para otro gobierno, con los conocimientos adquiridos, de ese tamaño es el trato que merecen y más nuestros ministros, no como dicen los ignorantes o ”cumies”, que haya igualdad y que les paguen menos en lugar de pensar, que mientras más se pague a quien se esfuerce, habrá más talentosos y honestos que quieran seguir su ejemplo, el de la cultura del esfuerzo. Pero nunca los de “la cultura del mínimo esfuerzo y el máximo provecho” (cumiemap) “los cumies”.
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