Mauricio Carrera
Veo Orgullo y prejuicio y los zombies, película inspirada en la novela de Jane Austen. Claro, su autora nunca escribió de muertos vivientes. No es mala, la trama se sostiene y tiene ecos feministas. Hace poco, aburrido, cambiándole a la tele, empecé a ver Abraham Lincoln contra los zombies, situada en la Guerra Civil, con los muertos vivientes como soldados confederados. También hay una Abraham Lincoln contra los vampiros.
Sólo los gringos pueden hacer un cine así, y además tener éxito. Son películas palomiteras, sí, aunque dignas, bien hechas.
Me atrae su iconoclastia, su irreverencia.
En México nos mordemos el rebozo. Los héroes que nos dieron patria son intocables. Me imagino una película: Benito Juárez contra los zombies, con Maximiliano como el líder de los muertos vivientes. Sería un éxito de taquilla, un soberano churro o serviría para llevar a su director y productores a la cárcel o al manicomio. Me imagino, asimismo, adaptaciones de grandes obras literarias llevadas al cine: Los vampiros de Río Frío, Santa Zombie, La muerte de Zombie Cruz. Imagínense el ambiente sobrenatural de Aura, pero con zombies. O a Filiberto García al decir “pinche zombie” en El complot de los zombies mongoles.
No nos atrevemos. Estamos demasiado encorsetados en los valores nacionales, en la Historia con mayúsculas. Por eso nuestro cine populachero se solaza en insulsas comedias de temáticas clasemedieras.