Eduardo Sadot
Héctor Moctezuma de León fue sorprendido por la muerte en la ciudad de Tampico, la desaparición de un periodista en cualquiera de sus vertientes, reporteros, comentaristas, editorialistas, conductores, comunicadores, caricaturistas, todos con su ausencia dejan en la orfandad a su comunidad a la sociedad a su país y a la historia, sus experiencias, su memoria siempre es útil para la sociedad, los periodistas son – se ha dicho – la conciencia de la sociedad, son los periodistas, el ejercicio de su crítica, sus análisis sus reflexiones sirven siempre a la sociedad por particular que sea su punto de vista y por más que se quiera señalar como eso, como solo eso, una opinión aislada de un periodista, con el paso del tiempo deja en el ánimo de las personas una idea una opinión y contribuye a la formación de un criterio, que siempre es moldeable, cuestionable, modificable, cambiante, dinámico, dialéctico marxista, la participación de los periodistas incentivan el pensamiento y un buen periodista estimula también el pensamiento crítico a las sociedades y al gobierno.
Héctor Moctezuma de León fue de esos periodistas, que sin llegar a ser una “vaca sagrada” del periodismo y tampoco de los grandes protagonistas que han crecido inconmensurablemente como figurones invitados a bañarse de las luces de la fama, escribió con el tesón y la perseverancia de quien ama su profesión.
Tuvimos el gusto de conocernos en los años noventa, cuando él cubría la fuente energética, en 1999 volvimos a platicar con motivo del movimiento universitario y me aconsejó sobre el tema y no le hice caso, años antes nos unió un amigo en común Franco Carreño García entonces director de la Afición, ahí estuvieron como compañeras dos espléndidas y talentosas mujeres periodistas también, Alicia Salgado y Rosa Icela Rodríguez y recientemente nos veíamos en el senado de la república, con gusto de mi parte – de su parte no lo supe – pero creo que también, en ése estilo tan personal que tenía para compartir sus experiencias, sus conocimientos y sus anécdotas de reportero, pasajes siempre ilustrativas desde su época de estudiante en la facultad de Ciencias Políticas, pláticas aparentemente distraídas, con la mirada divagando, escudriñando su memoria, y observando siempre en su entorno – él y su circunstancia – como dijera Ortega y Gasset.
Héctor Moctezuma, como muchos periodistas conocieron a grandes personajes de la vida pública nacional, de esos periodistas que desde muy jóvenes dedicaron sus vidas a la profesión – que no oficio – de periodista, sabía muchas cosas que no escribió, pero que platicaba y compartía con quienes le conocíamos.
Héctor fue ese joven periodista – muchachito – que hizo salir de sus casillas al expresidente Gustavo Diaz Ordaz, el día que fue nombrado embajador en España, quién le preguntó que si no le pesaba el 68 para ser embajador en España, y Díaz Ordaz – le contestó – que si había algo de lo que se sentía orgulloso era del 68, porque tuvo el privilegio de servir a su patria, exponiéndolo todo, su seguridad, su familia, su lugar en historia, que puso todo en la balanza y que le sirvió a la Patria con orgullo y si no hubiera sido por eso, ¡usted muchachito! – se dirigió a Héctor Moctezuma de León – no estaría usted aquí haciéndome esas preguntas.
Héctor también me compartió cómo el presidente actual, después de 14 años se tituló con el “apoyo” de su cuñado – de obrador claro, no de Moctezuma – en la Facultad de Ciencias Políticas.
Héctor Moctezuma de León (QEPD) deja otro vacío en el periodismo mexicano.
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