* El pique personal azuzado en los medios entre el ex gobernador de Sonora y “Alito”, es el tiro de gracia para el antes partido oficial; un redomado pillo que se apropió de un partido político como propiedad privada, acusa a un personaje también cuestionado por haber lucrado desde el poder hasta convertirse en uno de los principales proveedores de medicamentos del gobierno mexicano, enriquecido con dinero del erario público; en tanto, las verdaderas bases fueron nuevamente marginadas de las decisiones cupulares
SILOGISMOS
Por Antonio Ortigoza Vázquez / @ortigoza2010
Especial de Expediente Ultra
Característico de la decadencia de los viejos imperios, Alejandro Moreno Cárdenas “Alito”, se mimetiza cada vez más con las locuras de poder y extravagancias de personajes como el legendario emperador romano, Calígula; sí, aquel desquiciado gobernante que hizo cónsul a su caballo Incitatus, otorgándole un sitio en el Senado.
“Alito” es el líder ideal para un partido que terminó pudriéndose al paso de las décadas, extraviando a lo largo de los sexenios neoliberales, su esencia nacionalista y sus principios sociales.
De aquel PRI de Lázaro Cárdenas, de Adolfo López Mateos y otros presidentes que forjaron las instituciones del país como el IMSS, el ISSSTE, la CFE o PEMEX, ya no queda nada. Lamentable que en medio de la plaza pública, su última generación de bribones se pelean como buitres un cadáver político que terminó siendo ignorado por su militancia, simpatizantes y millones de mexicanos que sencillamente no lo vieron como una opción válida y seria el pasado 2 de junio.
El pleito personal azuzado en los medios entre el ex gobernador de Sonora y ex líder nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones y “Alito”, es el tiro de gracia para el antes partido oficial; un redomado pillo que se ha apropiado de un partido político como propiedad privada, acusa a un personaje también cuestionado por haber lucrado desde el poder hasta convertirse en uno de los principales proveedores de medicamentos del gobierno mexicano.
¿En qué se diferencian Manlio, Moreno Cárdenas, Rubén Moreira, Ochoa Reza, Carolina Viggiano o Dulce María Sauri?
En nada. Todo ellos permitieron en su momento que el país fuera saqueado, los salarios de la clase trabajadora aniquilados junto con su nivel de vida, los campesinos expulsados a los Estados Unidos por los efectos devastadores del TLCAN, firmado por Carlos Salinas de Gortari.
Pero lo más contradictorio y vergonzoso, consintieron que su partido terminará aliado y de la mano con el partido de la derecha que por décadas defendió no los intereses del pueblo sino de la voraz clase empresarial y las trasnacionales que con la luz verde del PRIANISMO, echaron reversa a la expropiación petrolera y la nacionalización de la industria eléctrica, a favor de multinacionales como Iberdrola.
El discurso de ambos personajes no versa sobre lo que dejaron de hacer en favor de la sociedad mexicana, sino en acusaciones de supuesta falta de democracia interna y amenazas de ruptura a la unidad tricolor. Se tiran a la yugular como feroces hienas que se resisten a dejar el cómodo negocio de las prebendas oficiales y el tráfico de influencias.
Alejandro Moreno se reeligió con el voto de 440 votos de delegados agachones que no representan en lo absoluto a la verdadera militancia –si es que aún existe como tal–, Manlio dice que va a esperar el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y del INE, para poner en su sitio al campechano que quiere eternizarse en el cargo.
En Hidalgo, las cartas publicadas por priístas como el ex gobernador Francisco Olvera Ruiz, resultaron menos que llamadas a misa para “Alito” como para su compañera de fórmula, también reelecta como Secretaría General, Carolina Viggiano Austria. El soberbio y ahora tiránico dirigente nacional, ni siquiera las fumó o al menos les dio respuesta.
Manlio fue echado de la bancada priísta en el Senado todavía sin tomar posesión, pero se dice dispuesto a defender al histórico PRI; “Alito” le revira diciendo que el viejo PRI al que perteneció el ex gobernador de Sonora, ya no existe y que el tricolor –o lo que queda de sus viejas glorias–, debe renovarse de manera profunda para ser un “feroz opositor” al segundo piso de la 4T.
En toda esta vorágine, lo que sí es contundente es que quienes se disputan la vacía caja de muerto con las letras RIP, son altamente vulnerables a la acción de la justicia: “Alito” puede ser llamado a cuentas por la Fiscalía General de la República (FGR) y el propio SAT, por las abundantes pruebas de su enriquecimiento ilícito.
Y Manlio Fabio Beltrones también está cercano a la Picota de la Función Pública porque difícilmente podrá explicar su también riqueza malhabida por vender en tantos años, medicamento de dudosa calidad y a un alto sobrecosto a las instituciones del sector salud del país.
Los días del PRI están contados porque quiénes de verdad pudieran rescatarlo; la militancia de a pie, terminó siendo marginada por esta cúpula de pillos que ahora con el cambio de estatutos han terminado por adjudicarse a este instituto político, como si fuera de su propiedad.
Aunque, dirán muchos añorantes, antes también fue lo mismo porque las bases y simpatizantes solo servían para los acarreos, las porras y las matracas.
Sencillamente, nunca fueron tomados en cuenta.
Ya solo falta que “Alito” como Calígula, haga su asesor o su consejero, a su perro, a su gato o su caballo. Al cabo, en cuestión de locuras de poder, da lo mismo.