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- Los Broders Cerraron su Fondita
Antes de oír misa en la parroquia de la Tercera Orden Menor —la única con poder de exorcizar al maligno—, Cuauhtémoc Blanco fue investido como jefe absoluto del Mando Único Revolcado [MÚR], con una chamarra y gorra que, aunque del tamaño exacto de espaldilla y cabeza, le quedaron muy grandes. Su segundo al mando vistió un traje de gala, hasta ahora sin medallas de valentía, heroísmo y resultados meritorios.
Allí, junto a sus familias nuclear y extensiva, Cuauhtémoc rezó el Padre Nuestro, dio el saludo de paz, comió y bebió del cuerpo de Cristo y recibió la bendición de Dios. Todos pidieron, hasta él, que le fuera bien en la gubernatura. Minutos después, en Plaza de Armas, en su discurso de toma de posesión, se comprometió a defender de la delincuencia a las familias de Morelos, como defendió la camiseta de la selección nacional de futbol. —No les voy a fallar, recitó.
El segundo al mando del MÚR fue enviado por Palacio Nacional. Siendo marino, José Antonio Ortiz —con familiaridad, Guarneros—, fracasó como jefe de Policía. Ya lo había hecho en Veracruz. Él fue recomendado por Palacio Nacional para ser secretario de Seguridad, pero como no cumplía el requisito de oriundez, se quedó en comisionado, con facultades superiores. Ambos, Cuauhtémoc y Guarneros, son los únicos responsables de la invicta incidencia delictiva.
Además de los resultados desastrosos en prevención del delito —en persecución del delito son iguales o peores—, lo publicado ayer por el periodista Héctor de Mauleón, columnista de El Universal, debe intranquilizar a Guarneros, aunque se sepa protegido. Además, quien lo tendría que perseguir, por incumplir un mandamiento de garantizar protección a una mujer días después asesinada, es el fiscal más perseguido por la Cuatroté, Uriel Carmona, quien se puso a medir fuerzas con la entonces jefa de Gobierno de la Ciudad de México y presidenciable favorita entonces, Claudia Sheinbaum. El primero, Guarneros, seguramente se irá de Morelos sin ser molestado, y el segundo, Carmona, será destituido del cargo si la bancada de MORENA y aliados a la Legislatura 56, logra construir el acuerdo de cesantía.
Cuando Guarneros ofertó sus servicios para extender su comisión policial, la gobernadora Margarita González-Saravia no pudo tener mejor decisión: no, gracias. El mismo Guarneros sugirió un Plan B: si no él, entonces el capitán Santomé, se segundo al mando. Entonces Bellis Perennis sabía quién llegaría a Morelos, ampliamente recomendado por el jefe Harfuch, próximo secretario de Seguridad Claudista: un civil especialista en inteligencia policial [otras tres decisiones de González-Saravia fueron cerrar la puerta a funcionarios del cuauhtemismo-ulisismo en Agua y Comunicación, ni tampoco heredar el tarifazo oscuro transportistas-gobierno].
En la Comisión de Agua intentaron siguiera en el cargo Jaime Juárez, denunciado por probables actos de corrupción, y si no ahí, en la Secretaría de Infraestructura. Tanto en Agua como Infraestructura, Margarita se decidió por dos especialistas: Javier Bolaños y Adolfo Barragán.
Para intentar suavizar el incumplimiento de brindar protección a la mujer aquella, sin lograrlo, el vicealmirante de la Marina-Armada de México incurrió en tres errores: 1. El gobernador distrae policías que deberían estar en la calle para su cuidado personal, sin decir número, pero que son al menos una veintena; 2. No existen suficientes elementos que den seguridad pública porque no hay ingresos en la Academia de Policía y, 3. Hay agentes policiales que se dedican a cuidar a personas involucradas en «chismes de vecindad» y hasta a funcionarios de todos los niveles gubernativos. Como policía —y gobernador—, Cuauhtémoc fue un futbolista promedio, y su subalterno, Guarneros, como lo llamó el presidente de México, una «persona decente», pero un pésimo servidor público.
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En más del estado de Morelos y desvelado aquí por una indiscreción de Gándara sin número, el auditor cameral José Blas Cuevas y la diputada de origen indígena Macrina Vallejo, decidieron asociarse en el negocio de sopita aguada y tacos dorados, abriendo una fondita en la cuernavaquense avenida Plan de Ayala que operaba a deshoras de la madrugada y sin permiso municipal, producto de dinero proveniente de cooperaciones voluntarias de funcionarios del Poder Ejecutivo en problemas presupuestales. Los broders, como les dicen en la Cámara de Diputados a ambos, cerraron en definitiva el domingo 18, pero siguen con el otro negocio.