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- Fuera, Graquistas, Cuauhtemistas, Ulisistas y Rabinistas
La primera gobernadora en 155 años, Margarita González-Saravia, eligió a mujeres y hombres que adquirieron un compromiso con ella y, a partir del martes 1 de octubre, con todas las familias del mapa morelense.
Los gabinetes legal y ampliado entrantes están libres de intereses ajenos, es decir, no hay graquistas, cuauhtemistas, ulisistas y rabinistas que puedan contaminar su equipo de gobierno.
Como sea, los secretarios de Despacho, subsecretarios y directores y coordinadores generales, deben saber —a menos que lo ignoren olímpicamente—, que Morelos lleva al menos tres sexenios yendo a menos.
Si creen merecer el repudio social, deben seguir el mismo modo de operar de las bandas delincuenciales que gobernaron la entidad a su antojo, utilizando los recursos ajenos como propios, aunque no puedan ver a sus hijos a los ojos ni poderles explicar la acumulación de dinero y propiedades.
Incluso, una actuación de nuevos —así se comportan los nuevos ricos con dinero producto de actos ilegales— pegará en el corazón del nuevo gobierno que por discurso y comportamiento anuncia que las extralimitaciones y los patrimonialismos serán disuadidos, y en caso de haber goteras, impermeabilizar y consignar los actos en el ministerio público que será de casa para poder ser judicializados.
Los tres cargos más importantes del organigrama, en orden de importancia, son el secretario de Gobierno, el secretario de Seguridad y el jefe de la Oficina de la Gubernatura, a menos que siga el desaseo cuauhtemista cuando la Legislatura 54 dio poderes extraordinarios a un extranjero, José Manuel Sanz, por cierto, de huidas, a cambio de un automóvil y de «un abrazo», como llamaba el diputado José Casas a un millón de pesos.
Los tres —Salgado Brito, el jefe Urrutia y Javier García—, como el resto de sus compañeros de trabajo, tienen la obligación de ser leales a Bellis Perennis, darle resultados a satisfacción en la encomienda, resolver problemas y evitar otros, pero sobre todo servir con rectitud de ánimo e integridad en el obrar, es decir, gobernándose a sí mismo.
El gobierno margarista, sin graquistas, cuauhtemistas, ulisistas ni rabinistas a la vista —mucho cuidado con los camaleones—, está a seis años de levantar de entre los escombros de 18 o 30 años continuos, a una geografía noble que ha sido saqueada por quienes creyendo llegar de la Crucifixión se sintieron iluminados y ahora son apestados políticos en Morelos y el país.
Como aspirante, candidata y gobernadora electa, González-Saravia dialogó —el proceso de escucha es más importante— con todos, dando hasta siete vueltas al estado. Atendió asuntos y resolvió problemas y superó carencias apremiantes en los mismos lugares donde se originan, empolvando el calzado, sin aún no llegar al cargo.
Todos están obligados a abrevar y no fallar a Morelos.