Por: José Murat
Inmersos en el debate nacional sobre diversos tópicos de fin de sexenio, los mexicanos y en particular la opinión pública no hemos aquilatado la importancia fundamental de los saldos sociales del cambio de paradigma sexenal, de un neoliberalismo fundamentalista a una economía social de mercado, con un alto componente de justicia redistributiva. De manera especial, la pobreza, en términos absolutos y relativos, disminuyó sensiblemente, como reveló el Banco Mundial, la semana pasada.
A excepción de este medio nacional, ningún otro estimó importante destacar que no sólo la institución nacional encargada del monitoreo de los resultados de la política social, el CONEVAL, sino también el principal organismo internacional encargado de registrar el comportamiento de los indicadores sociales en los cinco continentes ha expuesto el caso nacional como un ejemplo global de una política exitosa en el combate a la pobreza.
Pero, además, a la luz de los resultados, un prototipo de éxito a contracorriente de la tendencia mundial los últimos años, cuando la pandemia sanitaria golpeó a los mercados y economías de todos los signos y latitudes. En el diagnóstico del Banco Mundial, mientras la pandemia de COVID-19 tuvo un impacto negativo en la reducción de la pobreza a nivel mundial, en México 9.5 millones de personas salieron del estatus socioeconómico de pobreza.
En un estudio denominado Perspectivas Macro Pobreza para América Latina y el Caribe, el organismo atribuyó la reducción de la pobreza en el último sexenio en México, fundamentalmente, a mejoras en el mercado laboral, una visión que coincide en lo esencial con el CONEVAL y el propio gobierno federal, aunque en los estudios nacionales se otorga un mayor peso específico de incidencia a los programas sociales.
La mejoría en el ingreso de los trabajadores y el aumento en el universo de personas que tienen empleo impulsó a casi 10 millones de mexicanos a salir de la pobreza entre 2018 y 2024, una cifra que no tiene precedente para un periodo de seis años, sintetiza el informe del BM, una noticia que se estimó irrelevante para medios y analistas del país.
A ese avance se sumó la reducción de la tasa de desempleo, de 3.7 a 2.7 por ciento en el periodo analizado, al tiempo que la tasa de informalidad bajó de 55.8 a 54.8 por ciento, y la de participación subió de 59.7 a 60.5 por ciento.
Pero, además, el ingreso real per cápita, ajustado por el costo de la canasta alimentaria, creció 8.2 por ciento, sólo entre el cuarto trimestre de 2022 y el mismo periodo de 2023, lo que significa que en todo el sexenio el incremento fue mucho mayor.
La combinación de más empleo y mejor pagado hizo posible, según el BM, que de 2018, al inicio de esta administración, el país pasara de 35.7 millones de personas en situación de pobreza, y que representaban el 28.8 por ciento de la población (calculada para ese año en 124 millones), a 26.1 millones de personas en el 2024, que representan 20.2 por ciento de la población, calculada por el organismo en 129.4 millones de personas, una disminución porcentual mayor incluso a la manejada por los organismos mexicanos.
El CONEVAL, con una metodología de medición más rigurosa para salir del umbral de la pobreza, reporta que en 2018 vivían en México 52.4 millones de personas en pobreza, que representaban 41.9 por ciento de la población, mientras que en 2022, último dato disponible, la cifra bajó a 46.8 millones de personas, 36.3 por ciento de la población, una reducción de 5.6 millones de personas en 4 años. Al sumar los dos restantes la cifra se acercaría a la reportada por el BM.
De esta manera, según la medición y proyecciones del Banco Mundial, entre 2018 y 2024 habrán dejado la pobreza 9 millones 574 mil personas, aun cuando en ese periodo la economía mexicana, como todas las demás, fue golpeada por la pandemia y por las propias medidas de confinamiento para enfrentarla, lo que provocó en 2020 una contracción del Producto Interno Bruto de 8 por ciento.
Visto en términos relativos, la proporción de personas en pobreza en 2024 será menor en 8.6 puntos porcentuales a la registrada en 2018, al inicio de esta administración, cuando se ubicaba en 28.8 por ciento y representa una baja significativa respecto del pico alcanzado en 2020, cuando subió a 30.3 por ciento del total.
Otro indicador que también mejoró, según el mismo estudio internacional, es el de la pobreza laboral, que se redujo de 40.3 a 37 por ciento de la población, sólo en el periodo que va del cuarto trimestre de 2021 al mismo periodo de 2023–, un indicador que se refiere a las familias cuyo ingreso no es suficiente para cubrir la canasta básica. Esa mejoría significó que, bajo esta medición, el número de pobres bajara de 51 millones a 47.5 de personas, en tan solo dos años.
En suma, hay una coincidencia por parte de organismos nacionales e internacionales sobre la sensible disminución de la pobreza en México, en términos de ingresos, capacidad para adquirir la canasta básica y acceso a los servicios públicos fundamentales, pero el combate a la desigualdad y la pobreza nunca será suficiente mientras haya un mexicano sin el acceso a los bienes de cultura y felicidad de este mundo, por lo que las políticas públicas de la próxima administración deben mantener su orientación social y elevar aún más su eficacia operativa.