* Si deciden continuar con esa inoculación de odio en la manera de ser del mexicano, e identificar al supuesto enemigo como los nazis pusieron el dedo a los judíos, a los incurables, los comunistas, los homosexuales, muy pronto tendremos la versión mexicana de la noche de los cristales rotos, y las hordas de ese México bueno y sabio dejarán de conformarse con los linchamientos, para ir tras la clase media, los ninis, la mafia del poder, todos aquellos que, según ellos, se la deben y tienen que pagar
Gregorio Ortega Molina
Suponer que el desastre en que deja a México Andrés Manuel López Obrador como legado a la doctora Sheinbaum Pardo es de índole económico, o administrativo, o estrictamente político y de encono entre facciones, es un grave error. Con un ingrediente adicional, los barones de la droga como poder fáctico funcional y efectivo para controlar, sin la responsabilidad de la administración.
La violencia es manifiesta todos los días, y se estimula desde la tribuna presidencial como instrumento de control para dividir a los mexicanos e inocularles el odio entre ellos mismos. Este es el desafío fundamental que deberá resolver la primera presidenta de México: ¿continuar con la compaña de odio y desunión entre mexicanos, o promover la reconciliación nacional?
De seguir tras la primera opción, los mexicanos con dos dedos de frente, pero principalmente el nuevo gobierno, deben recordar la reflexión de Stefan Zweig en El mundo de ayer: “Era el momento de estar alerta, cada vez más. Las fuerzas que empujaban hacia el odio, por su misma naturaleza vil, más vehementes y agresivas que las conciliadoras; además, se escondían tras ellas intereses económicos con menos escrúpulos que los nuestros”.
Hoy podemos identificar esos intereses económicos, los que mueven los cárteles y los grupos cuyo único espíritu y razón de ser es depredar y enriquecerse sin detenerse a ver el rastro de miseria dejado tras sus acciones. Las mineras, las telefónicas, las de la construcción. ¿Quién saldó el costo de la reparación de la Línea 12 del Metro?
Por el otro lado está el creciente poder de la economía del narco, lo que explica que los programas del bienestar no menguan, sino al contrario, crezcan. El PIB no explica lo que se reparte, y tienen la vista puesta en la confiscación de las reservas internacionales.
Si deciden continuar con esa inoculación de odio en la manera de ser del mexicano, e identificar a ese supuesto enemigo como los nazis pusieron el dedo a los judíos, a los incurables, los comunistas, los homosexuales, muy pronto tendremos la versión mexicana de la noche de los cristales rotos, y las hordas de ese México bueno y sabio dejarán de conformarse con los linchamientos, para ir tras la clase media, los ninis, la mafia del poder, todos aquellos que, según ellos, se la deben y tienen que pagar.
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