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- Plaza de $85 mil al hijo de Taddei
- Alega Lenia Curva de Aprendizaje
- Entrega Anaya el PAN a MORENA
Tras la muerte del más importante objetivo de Estados Unidos de Norteamérica después de Osama Bin Laden y el Chapo Guzmán, el gobierno de Marco Adame sufrió, sin poder hacer nada, una espiral de violencia sin registro histórico.
La geografía morelense se convirtió, a la muerte de Beltrán Leyva, el jefe de jefes, en un tiradero de cadáveres a cielo abierto y cuerpos colgados de puentes fueron los siguientes tres años parte del paisaje morelense ante los ojos del mundo.
Pero el candidato opositor a suplir a Adame, Graco Ramírez, les dio 18 meses a las bandas criminales para abandonar la entidad o deponer las armas. No dijo que los iba a acusar con su abuelita, pero juró con una mano a la altura del corazón y otra en la Constitución, disminuir la violencia en año y medio. Fracasó.
Si el hijo del teniente Ramírez hizo chaquetas mentales, Cuauhtémoc Blanco se zurró en los calzones. Dijo que, como no se achicó contra franceses y alemanes —«todos tenemos dos pies y dos ojos»—, iba a defender a los morelenses de la delincuencia, como lo hizo con la decepción nacional de futbol. Pero ya se había reunido con tres cabecillas de igual número de empresas de economía ilegal, en lo que aquí se tituló como La cumbre de Yautepec.
El primer año del gobierno de Ramírez fue difícil. Faltaban seis meses para cumplimentar su oferta de pacificación, y la incidencia delictiva escalaba. Superó con mucho los numerales que criticó del gobierno de Sergio Estrada-Cajigal. Hubo más secuestros, más asesinatos, más impunidad. Todo un sexenio no sirvió para por lo menos bajar los robos a bordo de camiones de pasajeros. Como empezó, terminó.
Pero a Blanco le fue peor en su primer año. En campaña electoral se calentó la plaza, creciendo los delitos por reacomodo de bandas criminales. La camiseta del equipito verde de futbol no sirvió ni como jerga de ruletero, y su gobierno funerario sigue contando víctimas por arma de fuego tras seis mil 246 asesinatos de la semana pasada, a 10 días de la cesantía constitucional.
Las promesas de Graco y Cuauhtémoc se volvieron pesadillas diurnas y nocturnas. Ambos tuvieron jefes de Policía ineficientes e ineficaces. La errática línea discursiva abonó para su reprobación estatal y nacional, seis años multiplicados por dos. El reto de los 18 meses y la defensa heroica con la camiseta se convirtieron en tragedia. El primer año de gobierno fue el huevo de la serpiente.
letraschiquitas
Luis Rogelio Piñeda, hijo de Guadalupe Taddei, la consejera presidenta del Instituto Nacional Electoral, fue acomodado en una plaza laboral de 85 mil pesos mensuales, sin cumplir los requisitos, en la ponencia de la ministra de la Corte, Yasmín Esquivel, quien intentó borrar los rastros de la influyente relación entre ambos grupos de poder, según investigación del portal periodístico Eme Equis, que dirige la periodista Sandra Romandía***. Durante sus primeros seis meses como ministra «del pueblo», en realidad del presidente, Lenia Batres ha sido la menos productiva de la historia, al no presentar ningún proyecto de sentencia ante el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que, adujo, es a causa de la curva de aprendizaje. Ni un albañil media cuchara que aspira a ser maistro aduce curva de aprendizaje***. Entregado a la Cuatroté que lo persiguió hasta el destierro político, el exdirigente del PAN, Ricardo Anaya, propuso a Jorge Romero para la dirección nacional, el mismo que defiende a los Miguel Ángel Yunes papá e hijo. Los panistas duros ya estarían haciendo un gran cartel con la leyenda Traidor, para Anaya.