* La próxima presidenta de México puede servirse de la memoria familiar para conocer de lo que sucede cuando el fenómeno del odio se exacerba. Nada ni nadie lo controla. Buena parte de los ciudadanos se convierte en seres primarios, sin capacidad para contenerse y reflexionar. No escoramos a la guerra civil, sino a una confrontación sorda y ciega entre mexicanos, que es lo que fomenta el odio
Gregorio Ortega Molina
El desafío para la doctora Sheinbaum Pardo, pronto presidenta de la República, rebasa toda lógica y entendimiento. Está bien suponer que los dineros para Pemex, CFE, las tarjetas del bienestar, pueden obtenerse con préstamos o con recursos no fiscales y poco claros, o con la confiscación de las reservas internacionales custodiadas por el Banco de México, pero evitar la violencia por la violencia, porque me viste feo, porque eres del grupo de la mafia del poder, o clase media, no le será sencillo.
Quien no pueda ser identificado como integrante del México bueno y sabio -preciso subrayar que es una actitud ideológica, un comportamiento político, una complicidad, nada que ver con el origen social y étnico- corre peligro en su físico y sus bienes, si continúan exacerbando ese odio con tal de instrumentar, a como dé lugar y como ellos la tienen pensada, su reforma judicial, así como la desaparición de los organismos autónomos.
“Cuando nos interesamos activamente en un asunto de dudosa relevancia en un momento cuidadosamente escogido por un tirano o un espía, estamos participando en la demolición de nuestro propio orden político. Y, por cierto, puede que a nosotros nos parezca que sólo hacemos lo mismo que todo el mundo… es la degeneración de una sociedad en una turba”, anotó Timothy Snyder en Sobre la tiranía.
La presidenta de México puede servirse de la memoria familiar para conocer de lo que sucede cuando el fenómeno del odio se exacerba. Nada ni nadie lo controla. Buena parte de los ciudadanos se convierte en seres primarios, sin capacidad para contenerse y reflexionar. No escoramos a la guerra civil, sino a una confrontación sorda y ciega entre mexicanos, que es lo que fomenta el odio.
Es momento de preguntarnos si esos senadores que se torcieron conocen de las consecuencias exactas de su decisión. No es traición, rechazo social, incomprensión, deseo de defenderse para no pagar las consecuencias de su corrupción, sólo abrieron la puerta a la peor de las coerciones extralegales, la del defensor de la legalidad -llamado Andrés Manuel López Obrador- que se corrompe moral y cívica y espiritualmente, para combatir ese fenómeno que, hoy por hoy, él y su grupo encarnan porque son poder: la corrupción sin límites y la posibilidad de imponerse por la fuerza.
El resultado obvio está a la vista: la puntual demolición de los conceptos básicos de patria y sentido de pertenencia, que convierte a todos los mexicanos, sin excepción, en cómplices de la desestructuración de lo que fue la República con sus tres poderes; han convertido México en una satrapía de malos modos y peores resultados.
Del texto La inexistente oposición, publicado el martes, recibo amplia, interesante e iracunda respuesta de un lector. La comparto con ustedes:
“Te voy a dar mis puntos de vista. La suciedad ante todo sumado a presiones, volvió a hacer lo mismo que en la Ciudad de México en 2006, desacatar todo y hacerse la víctima.
“Respetar la Constitución y las leyes que de ella emanen y si no que la nación me lo demande. La pregunta sería ¿cómo se va a acatar el cambio constitucional, que es inconstitucional y violatorio de infinidad de leyes, cuando él no ha acatado nunca, ni cuando le salieron conque la ley es la ley? Mi preocupación fue siempre, siguiendo el caso Venezuela, que la oposición estuviera desarticulada. A eso llegamos. Y estamos ahí porque los integrantes de la sociedad lo hemos permitido. A contrario sensu, sí está destruyendo las instituciones es porque existían. ¿Quién las hizo, las permitió y las proyectó hacia el futuro? El PRI y el PAN.
“Cada centímetro cuadrado por el que circulamos en este país fue construido por el PRI, y hoy parece la luna. El país está hecho pedazos. Los hospitales y el sistema (imperfecto, pero que funcionó muchísimos años) de salud lo fundó el PRI, y así nos podemos ir al infinito. El PAN siempre a la sombra hasta que le permitieron salir también estuvo detrás de todo ello. ¿Y qué hemos hecho? Despedazarlos, caer en el juego perverso de la deconstrucción.
“Así también caímos en nuestra deconstrucción como oposición. Finalmente, y con números fríos, en la elección del Congreso la oposición tuvo 44% de los votos que, por una interpretación mañosa e ilegal la pulverizaron al 25 y ellos se atascaron el 75. Legalmente no le correspondía a nadie la cláusula de sobrerrepresentación”.
Hasta aquí el claro y enérgico mensaje del indignado lector.
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@OrtegaGregorio