La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Al menos tiene capacidad de síntesis: seis años de torpeza resumidos en una tarde
A menos de diez días de concluir su mandato, el presidente López Obrador, programó una visita al puerto de Veracruz, precisamente, a la casa donde vivió su admirado Benito Juárez, todo pintaba para que el ‘tabascruzano’ tuviera un día de ensueño.
Lo que se requería, es que las fuerzas vivas de MORENA, convocadas por el Cui, presunto ‘jefe político’ de la 4T en la entidad, lanzaran vítores al líder histórico del movimiento: ¡gracias señor presidente!, era lo que se esperaba escuchar del coro.
Sin embargo, merced a la inoperancia del ‘góber sabadaba’ y de sus subalternos, alguien les ‘comió el mandado’ y la plaza fue ocupada por manifestantes en contra de la reforma al Poder Judicial, mismos que, además de lanzarle botellas llenas de agua (que no dieron en el blanco), le gritaron al unísono: ¡dictador! ¡dictador! ¡dictador!
Irónico, el Tlatoani no perdió la compostura, agradecía saludando al respetable, mientras, un atarantado mandatario local, se mostraba apanicado.
El suceso, más que anecdótico, refleja la proverbial ineficacia de un personaje que nunca entendió lo que significaba ser gobernador de Veracruz. Cuitláhuac es el ejemplo lastimoso del ’90 % de lealtad y el 10 % de experiencia”, una ‘política pública’ que ha socavado la eficiencia (aún más), de los tres niveles de gobierno.
Tenga, para que aprenda, con todo respeto, señor Presidente.