El pasado lunes, en Matamoros, Tamaulipas, trabajadores del Poder Judicial interrumpieron una ceremonia encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, acusándolo de «dictador» durante un acto de repatriación y memoria de Catarino Garza Rodríguez, un revolucionario.
Ante los gritos, la doctora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de AMLO, les respondió de forma contundente: «Para dictadores, Porfirio Díaz», haciendo alusión al expresidente de México.
Los manifestantes, que alzaban la voz con megáfonos, afirmaron no ser opositores, sino trabajadores al servicio de la nación, en protesta por la reforma judicial que ha generado tensión entre el gobierno y sectores del Poder Judicial.
Por su parte, el presidente López Obrador minimizó el incidente ocurrido un día antes en Veracruz, donde le arrojaron una botella de agua. «No pasó nada, yo jugué béisbol, así que hasta la hubiera podido agarrar», comentó con tono relajado en su conferencia matutina, llamando a sus seguidores a no caer en provocaciones.
López Obrador insistió en que los enfrentamientos son reflejo del enojo de sus adversarios, quienes no quieren que continúe el proceso de transformación. «Algo que les molesta mucho es que no haya corrupción», dijo el presidente, levantando su característico pañuelo blanco como símbolo de un gobierno limpio.
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