homopolíticus
- Gesto Grosero a Sheinbaum
El ceremonial indígena realizado en honor a la presidenta Sheinbaum en Plaza de la Constitución, no es una práctica de brujería.
Lo que hicieron los distintos grupos de pueblos originarios del país, para entregar ese sí bastón de mando —el de López Obrador fue una vacilada electorerista—, se llama rito de purificación, donde los jefes de los diversos grupos indígenas invocan a los espíritus.
En las redes sociales de chismes, los primeros adversarios del sexenio intentaron equiparar el ceremonial de limpieza y protección con prácticas relacionadas con la brujería, mágicas o supersticiosas, para hacer el mal.
No hay tal. Ni pactos con el diablo ni magia negra. Es sólo un acto simbólico espiritista, como los que acostumbraba Madero —«el médium escribiente» que atendió los mensajes y pudo derrocar a don Porfirio—, Felipe Ángeles, Calles —en su casa de Cuernavaca—, Juárez, Miguel Alemán, López Portillo, Salinas, Zedillo y Fox. Las sesiones espiritistas formales se realizan por la noche, a las nueve, a media luz, en privado, sin cámaras de vídeo ni fotográficas.
La única maestra sin maestría, Elba Esther Gordillo, narra el periodista José Gil Olmos en su libro Los brujos del poder, viajó al Continente Negro a protegerse del presidente Zedillo y a bañar de buena suerte su futuro. Con Zedillo quedó bien y con Fox y Calderón le fue políticamente de maravilla. Igual hizo Marta Sahagún, ella sí primera dama, para que Fox se casara con ella y le fuera bien en su gobierno.
No fue lo de Claudia sesión espiritista, ni de chamanes ni de santeros. Tampoco fue práctica esotérica ni magia blanca, menos hechicería, que sí practicaban algunos de los mencionados. Madero y Calles escribían, sin querer, mensajes de los espíritus. Juárez enviaba mensajes de cómo gobernar y firmaba BJ —«Que nuestro Padre celestial derrame sobre su cabeza sus tesoros de amor y de Bondad»—.
Fox mandó sacar de Palacio Nacional, a pedido de esposa, una pintura de Juárez porque le dijeron que el expresidente había maldecido Palacio Nacional y que tal era un potente bloqueo para que el foxismo no tuviera éxito. Fracasó aún sin el lienzo. De López Obrador se cuenta en Cuba que lo protege un chamán oriundo, respetado por poderoso. Su «revolución de las conciencias», en realidad El despertar de las conciencias, que utilizaron Cavazos Lerma y Fox, viene de la doctrina del Maharishi, un ejercicio de meditación trascendental.
Tratar de engañar —se llama autoengaño— por ignorancia o mala fe, no ayuda a las disidencias que nunca fueron oposiciones, en su lucha por combatir al mal gobierno o derrocarlo, si ese fuera su intención. Ni siquiera fueron oposición crítica en la toma de protesta con el expresidente de salida libre o con la presidenta entrante en puerta ancha.
Tal, en lugar de fortalecerles como militantes antigobiernistas por ideología, los debilita aún más. Hasta miembros del clero están ocupados en el tema, irrelevante. Hacer chaquetas mentales debe ser divertido, pero no deja ganancia política alguna. Decir que lo de Claudia en Palacio Nacional fue brujería y hacerlo en nombre de Dios, exhibe lo rancio de las estrategias políticas de desgaste de la «nueva» política de oposición, y hace reír más que el chiste ‘El hombre nuevo’ de Polo Polo.
La conversación debe girar en el ataque militar en Chiapas a un grupo de personas de distintas nacionalidades, matando a seis, y del por qué la Legislatura 66 mochó la escena del beso presidencial al diablo exgobernador de Chiapas, así como en torno al análisis a puertas abiertas de la Reforma Judicial en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Eso sí sería hacer política.
letraschiquitas
En la cumbre nacional de MORENA, el diputade Cuauhtémoc Blanco fue en busca del príncipe heredero Andrés Manuel II, para retratarse con él. Subió la fotografía a sus redes, por considerarlo una tabla de salvación de sus fechorías. El martes intentó hacer lo mismo con Claudia Sheinbaum, en San Lázaro, pero como no lo saludó, el exfutbolista y actor cómico de Televisa, le sacó la lengua a espaldas suyas. Sí, como niño de tres años. No desistió, corrió hacia abajo para darse una nueva oportunidad, pero solo obtuvo la autofoto en tribuna, ya ella con la banda presidencial. Posó, disparó y… ¡no le salió! Por eso no la publicó. Cree que la presidenta de México le va a perdonar sus extralimitaciones personales, familiares o gubernativas, por guapo o por tomarse una foto con ella.