Gerardo Galarza
Hoy hace 25 años, el 19 de octubre de 1999, a eso de las 2 de la mañana, medio desperté luego de casi 18 horas anestesiado para una operación de corazón abierto.
En la sala de terapia intensiva del Hospital de Cardiología del Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS de la CDMX, entre brumas distinguí a mi hermano Flavio Ernesto “a” El Gato, quien había entrado a verme en esas “horas de visita”.
Supe entonces que estaba vivo y por lo tanto, y contra mi pronóstico, no estaba en el infierno. Con tubos en la nariz, en la boca, en el pecho, en las ingles, y gasas en el pecho y en la pierna izquierda que cubrían heridas quirúrgicas sólo pensé: “ya la hice”… otra vez.
No podía hablar.
Las últimas 18 horas de ese episodio, yo las “viví” sedado. Mi mujer Sonia Elizabet Morales, mis hijas Claudia Beatriz y Diana Paulina -apenas en la adolescencia-, mis hermanos (mi “hermanastra” Paloma hizo una manda de no tomar Coca Cola para que yo saliera bien del trance ,y la cumplió), mis familiares y mis amigos lo vivieron “en vivo”… y se aguantaron.
Todos ellos y sus oraciones le ayudaron -así lo creo- a Dios a hacer el milagro de que permaneciera y permanezca vivo.
Y aunque muchos de ellos ya no están (Sonia Elizabet, sobre todo), aquí estoy yo luego de 25 años, dando testimonio de ellos y del milagro que todos obraron.
Mi corazón sigue abierto, antes, desde entonces y ahora.
Muchas gracias a todos.