homopolíticus
- Admite Cese Hermano Uterino
Las lágrimas derramadas por las madres de hijos víctimas de abuso sexual son dosis homeopática ante la mar de daño y sufrimiento que les hacen a ellas y a sus hijos, los padres que suelen decir que son hombres.
Una vez más, quedó ayer exhibida la podredumbre del sistema de justicia del estado de Morelos, cuando mujeres organizadas desvelaron que la justicia, tanto la procuración como la administración, está al servicio del dinero.
En Leyva 7, sede del Tribunal Superior de Justicia, se criminaliza a una mujer, Claudia Jiménez, por defender a sus hijos de la violencia ejercida por el propio padre de éstos. La violencia vicaria, se ha dicho aquí, es la peor de las violencias de un hombre contra una mujer y sus hijos. La venganza del hombre, como se ha demostrado en múltiples casos, es contra la mujer, pero también contra los hijos, víctimas inocentes de los apetitos criminales que son protegidos, y con ello, alentados, desde juzgados y magistraturas.
Ayer, durante una movilización de madres desesperadas, prácticamente de mujeres sin vida que aún respiran y luchan por justicia, la gobernadora Margarita González-Saravia las atendió y les ofertó ayuda. En 30 años no se había visto una escena igual, no de política, no de propaganda, no de populismo, sino de humanismo y compromiso.
Cuánta ayuda necesita la mandataria de su equipo de colaboradores, sus empleados, empleados de las familias de Morelos, para coadyuvar a sanear las instituciones y colocar las primeras piedras de gobiernos abiertos, transparentes, eficaces, honestos, cuyos padres puedan ver a sus hijos con la pureza de sus actuaciones, pero también de la sociedad, con las denuncias con valor civil y el no ocultamiento en medios de comunicación de hechos que envilecen la responsabilidad que cada cual.
No es utopía.
La ley que atiende la violencia vicaria está subordinada a la corrupción e intereses políticos. Mamás e hijos están desamparados. «Somos negocio», atinó ayer Giovanna Plata, una de ellas que sufrió la violencia de un padre contra su pequeña hija. En tanto, el responsable directo de una administración de justicia deficiente, interesada y corrupta, Jorge Gamboa, aparece sonriendo y declarando cualquier cosa para aparecer en los medios y desde ahí proyectarse a la Fiscalía general, donde debía estar, claro, pero en los separos judiciales.
La justicia no es venganza. El castigo no es revancha. El sistema de justicia de Morelos está podrido y requiere una intervención urgente y a fondo. Sus cabecillas —bien dicho— deben ser echados y la limpieza debe ser para los malos funcionarios que venden la justicia, sin importar que las víctimas sean mujeres y niños, revictimizados por el gusto de Hidalgos, Maderos y Juárez con el que jueces y magistrados levan de comer a sus hijos.
letraschiquitas
El diputado Alfonso Sotelo heredó la comisión de Seguridad que alguna vez fue de su amigo Marcos Zeta, hoy recluido en la penitenciaría central de Morelos, por el delito de violación***. Que no le cuenten: aquí se dijo tiempo ha, que el exprocurador Hugo Bello será fiscal general —«En la terna habrá una mujer», confió Margarita González-Saravia— y que José Luis Urióstegui será militante o cuadro externo de MORENA***. Tras abucheo y defenestración anunciada, el espuriato de la dirección estatal de MORENA llegó a su fin, desvelado por Ulises Bravo, al decir que la renovación será en las carteras vacías —¿carteras vacías?—, es decir, la presidencia del comité morelense que él obtuvo sin gratuidad.