La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
En lo electoral, ‘la dicha inicua de perder el tiempo’, es sinónimo de derrota
Cuando Dios se presentó en los sueños del rey Salomón, en la eterna noche de Gabaón, le dijo: ‘pídeme lo que quieras’. Ante el dilema, Salomón optó por la sabiduría y espetó: ‘dadme un corazón entendido, para discernir entre lo que es bueno y es malo para gobernar’.
Justamente, uno de los libros de la Biblia que más sabiduría destila es el Eclesiastés, mismo que, en el capítulo 3:1, señala: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo su hora”.
Viene a cuento lo anterior, porque hay quienes señalan que el posicionamiento de Alejandro Cossío, respecto de ser candidato a la alcaldía de Boca del Río, en el proceso electoral que inicia en noviembre, es un desatino, ya que, está ‘adelantando los tiempos’.
No perdamos de vista, como lo comentamos en pasada reflexión, que el citado municipio, es el último bastión de los Yunes del estero y que, a pesar de que Rocío Nahle arrasó en la jornada electoral de junio pasado, MORENA y aliados, perdieron en tal demarcación.
Así pues, el empresario tiene bastante claro, que el desafío consiste en luchar contra una estructura clientelar que al menos tiene más de una década de creada, no va a surgir cuando el OPLE de el banderazo. Ya mismo, el clan aceita la maquinaria para conservar el reducto.
En este contexto, el timing político (sabiduría) determina: ¡no hay tiempo que perder!
Insiste el Predicador en Ec. 3:7: “tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar”. O, como dijera el clásico, es tiempo de amarrar sin sentir y tejer sin decir. No se hagan bolas: ¡ya es tiempo!