homopolíticus
Adiós, Mario Tamez Fernández [†]
A partir de la luz verde de la dirección nacional, la recomposición del comité morelense de MORENA —nueve años sin presidente elegido por consejo político— ha acelerado la urgencia, aún sin reglas claras.
Desde 2015 que fue elegido Miguel Lucia, todo este tiempo hubo tres encargados: Gerardo Albarrán, Raúl Ojeda y Ulises Bravo, este último defenestrado por violar la ley, usurpando el cargo que compró y que se conoce como el espuriato.
El primer interesado en controlar MORENA, es el primer damo del estado José del Carmen Enríquez, pero no será él. Sentado en Gándara sin número —y, además, no es consejero—, esa plaza laboral lo descarta para liderar el partido color Pantone 1805.
No pocas veces Margarita González-Saravia se ha pronunciado contra del nepotismo, y lo ha cumplido y lo va a seguir cumpliendo, aún su partido no siendo una paraestatal de su gobierno.
Lo que Carmelo quiere, de acuerdo a lecturas políticas con base a movimientos desde la campaña electoral, es que una mujer —¿Denisse Molina?— sea la al fin electa por votos del incompleto consejo político —hay al menos cuatro carteras vacías, entre desertores en proceso de expulsión y un detenido—, de 50 mujeres y hombres en total.
Los grupos interesados por obtener la dominación de la dirección estatal y su jugoso presupuesto mensual, de dentro y fuera de Palacio de Gobierno, deben anteponer el proyecto de gobierno a las ambiciones facciosas.
Aquí se dijo que MORENA nacional va por 10 millones de nuevos militantes de aquí a 2027, porque quiere ganar todo. En esa disposición de ánimo debe estar MORENA-gobierno estatal, pero con candidatos no impuestos por los grupos interesados, sino mujeres y hombres que, sirviendo a su partido y al gobierno, lo hagan también con el estado. Quieran o no, Bellis perennis es la jefa de gobierno y de partido. El juego se llama lealtad.
letraschiquitas
La línea editorial del bienamado Vespertino era que el diario inglés —de lunes a viernes— se pareciera a la segunda edición de Ovaciones. Las cabezas no gustaban del todo al reportero de nota roja, Mario Tamez Fernández [†]. En su leída columna Policías y/o Ladrones, le mandó un telegrama a guapo jefe de Redacción vestido siempre de blanco: «Gusta hacerse el chistosito». Seguí haciendo titulares de esa forma, hasta que Macro, como le decía la palomilla, siendo su nombre artístico de mago —también fue músico—, habló con el director, no conmigo. Yo nunca le respondí, nunca le dije nada. Respeté su comentario. Lo convenció de que tal sarcasmo, no burla, no apología de la violencia como hoy, vendía periódicos, y eran eso, chistosos. Eso marcaba a Tamez como hombre serio, honesto, uno de los mejores reporteros de la sección de seguridad y justicia, cuyas notas se revisaban, pero no se corregían por la limpieza en la escritura. Certero. En Televisa marcó toda una época. A don Mario no se le conoció problema alguno, de ningún tipo. Fue buen esposo y buen padre. Un hombre decente. Respetado. Un amigo excepcional. Gracias, Mario, por tanto.