Ricardo Del Muro / Austral
En una reacción tardía, después del asesinato del sacerdote Marcelo Pérez, las autoridades de Chiapas informaron que se fortalecieron los operativos de vigilancia en San Cristóbal de Las Casas, una ciudad colonial que inexplicablemente mantiene el calificativo de “pueblo mágico”, ya que en los últimos años se ha convertido en centro de operaciones de grupos del crimen organizado, como los Motonetos, además de ser escenario de vendettas entre mafias que controlan el ambulantaje y ejecuciones que se realizan en las calles, a plena luz del día.
El pasado 20 de octubre, como se recuerda, dos sicarios a bordo de una motocicleta asesinaron al padre Marcelo cuando se disponía a abordar su auto después de oficiar una misa en el barrio de Cuxtitlali. Ante este hecho, tal vez por la presión de las autoridades eclesiásticas y de los medios, se ha informado que el asesino ya fue capturado, pero hay un larga historia de crímenes que han ocurrido en la misma forma – por sicarios a bordo de motocicletas – en las calles de San Cristóbal, que permanecen impunes.
Así fueron los asesinatos del periodista Fredy López Arévalo el 28 de octubre de 2021 y de Jerónimo Ruiz, líder de artesanos, el 18 de abril de 2023, que provocó enfrentamientos armados e incendios de casas y automóviles en esta ciudad, que es la segunda ciudad turística más importante de Chiapas, después de Palenque.
Ante el reciente homicidio del padre Marcelo, las autoridades informaron que el Grupo Interinstitucional, conformado por el Ejército Mexicano, Guardia Nacional, Policía Estatal y Policía Municipal de San Cristóbal, realiza recorridos en calles, caminos, parques, mercados y centros turísticos, además de haber establecido puestos de seguridad en las entradas a la ciudad.
Esto sucede, cuando todavía no ha terminado el primer mes de que Fabiola Ricci Diestel, rindió protesta como presidenta municipal de San Cristóbal, convertido en un “pueblo mágico”, no tanto por su belleza maltrecha, sino porque sus calles se han vuelto inseguras y las fachadas de sus iglesias barrocas han desaparecido tras las carpas y puestos ambulantes.
Las condiciones que presenta esta ciudad colonial, fundada en 1528 por Diego de Mazariegos, donde hay 520 edificios históricos, muchos de ellos mutilados, ya hizo que perdiera la oportunidad de ser declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco y ahora está en peligro de perder la categoría de “pueblo mágico”. Es más, está en riesgo de ser descartada por el turismo internacional.
Al tomar posesión de su cargo, el pasado primero de octubre, Ricci anunció que crearía la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, para enfrentar la ola de inseguridad que padecen los sancristobalenses, pero se requieren medidas más efectivas como el operativo de seguridad – que no sólo sea aplicado en un momento de crisis como el actual – , sino que éste debe ser permanente y no sólo cubrir la ciudad colonial, sino extenderse por todo el corredor turístico chiapaneco, es decir, desde el Aeropuerto Internacional Ángel Albino Corzo hasta San Cristóbal e incluso proteger la carretera hasta Palenque.
Urge una acción contundente (una alianza del gobierno municipal, estatal y federal con los empresarios y la sociedad civil) para recuperar San Cristóbal, que contemple no sólo la seguridad pública, sino también el abasto de agua potable y la recuperación de la imagen urbana de esta ciudad colonial, lo que significa reubicar a los centenares vendedores ambulantes que actualmente tienen invadidos los sitios históricos.
Esto, por supuesto, necesitará el apoyo fundamental del próximo gobierno de Chiapas, que encabezará Eduardo Ramírez Aguilar y del gobierno federal. No es una tarea sencilla y, seguramente hay muchísimos intereses políticos confabulados para mantener la inseguridad y el ambulantaje, pero es una tristeza que por indolencia se este perdiendo una de las principales ciudades turísticas de Chiapas. RDM